Ánima en pena II

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-Naruto... -sus manos buscaron tocarle para seguirse guiando, era impresionante el valor que el rubio mostraba en estos acontecimientos. O quizá solo era estupidez innata. –Ya es de noche y no encontramos la casa.

-¿Ya te contestó los mensajes, ttebayo? –seguía tomándose selfies usando el flash para iluminarse. –Wow, que bien se ven las estrellas. ¿No crees? –el muchacho subió la vista al cielo admirando la inmensidad de lucecitas, sin embargo, su mueca de confusión le interesó al rubio.

-Son muy pocas.

-¿Pocas? Nunca se han visto tantas en la ciudad.

-Aun así son muy pocas.

-¡¿Qué a ti nada te contenta?! –empezó una discusión por mero entretenimiento mientras Sakura seguía marcándole a su amiga.

-Cuando estaba vivo, la noche nunca fue oscura. –le dijo admirando la luna. –el cielo solo era la base para las miles de estrellas que se exhibían radiantes. Tantas... que el futuro se leía en ellas.

-Que poético, dattebayo.

-No, era verdad. Muchos hombres leían tu futuro en las estrellas.

-¿Horóscopos? –quiso burlarse.

-¡Naruto! –la chica le llamó mientras escuchaba por el aparato. –Ino, estamos en... en... -los dos miraron a su alrededor. –No sé dónde estamos, Ino. Ayúdanos. –rogó con miedo. –Es que no hay nada para guiarnos, solo estamos rodeados de cultivos. Por culpa de Naruto. –se quejó cambiando su expresión. –suspiró resignada tras escuchar algo. –Lo sé, no nos queda de otra, solo estamos nosotros dos. –dijo sin culpa.

-¿Dos? –Naruto no la dejó amedrentar al doncel. –Sasuke... -recalcó el nombre. –elévate y mira a tu alrededor, dime todo lo que veas. –sonrió de lado y ella pudo verle subir la mirada hasta que apuntaban sus ojos al cielo. –Bien... ¿qué ves? –la sonrisa creció. –Gracias. Has hecho más de lo que Sakura y yo hicimos juntos. –se animó a contestar aquello aun sabiendo que la chica podría ofenderse. Extrañamente, ella simplemente esperó la respuesta sin emitir comentario alguno. –Estamos cerca, hacia la izquierda de un molino.

-Ino ¿sigues ahí? –se mordió el labio inferior unos segundos. –Estamos cerca de un molino. –alejó el teléfono cuando su amiga elevó la voz. -¡Gracias al cielo! –colgó. –Naruto, ya sabe dónde estamos, vendrán pronto. Vayamos al molino.

-Debemos pasar entre los cultivos, dattebayo. –le amenazó divertido mientras la veía enmudecer por no contemplar eso. –No te preocupes, yo te cuido nena. –fingió galanura y le ofreció su brazo para caminar juntos. Sasuke no descendió y algo celoso aceleró su vuelo hasta quedar en las astas del molino para esperarles.

La misma neblina oscura le rodeaba pero él no la podía ver, perdido en sus pensamientos, las ideas de desaparecer a Sakura comenzaban a fluir. Por lo general era molesta, no le gustaba que se acercara, que tuviera tanto tiempo con él. Pero ahora, sentía odio.

El odio era peligroso en él. Le había dicho Naruto aquella vez, cuando lo llevó consigo, dentro de su cuerpo, por primera vez. Cuando sintió la calidez rodearle y como su ira se alejaba como cuando las olas regresan al mar llevándose a cuestas lo que dejaras en la arena. Así desapareció el peso y el dolor.

Y ahora regresaba.

Regresaba más fuerte.

Y las cadenas lograron hacer crujir las aspas del molino antiguo y oxidado por unos segundos.

Psique. Historias de fantasmas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora