44

2.4K 270 54
                                    

Sabía que podía entrar por la puerta como una persona normal y decente haría, pero quería que ésto tuviese un poco de significado. Y así como él alguna vez entró por mi ventana para verme, creo que ahora yo también debía hacerlo.

Pero nunca dije que fuese buena idea.

Ya había visto pasar mi vida frente a mis ojos al menos unas diez veces cuando me puse a pensar en lo habilidoso que Zev tuvo que ser para hacerlo antes. Me aferré al borde de su ventana e intenté impulsarme hacia adentro, no contaba con la falta de fuerza en mis brazos. 

Él estaba hablando por teléfono mientras caminaba por toda su habitación, alcancé a verlo preocupado en el momento en que giró a donde yo estaba, luchando por mi vida y evitando caerme. Zev soltó el aparato y corrió hacia a mi para ayudarme a entrar. Me tomó por los hombros para jalarme al interior de su cuarto, se resbaló con algo que había en el piso haciendo que cayera y de esa forma me llevó con él.

—Diablos, ahí va mi entrada triunfal —dije mientras me ponía de pie—, dejé mis cosas en tu jardín, ¿crees que debo de saltar e ir por ellas? —pregunté. Zev me miró serio, como si yo estuviese haciendo tonterías.  

—Holly.

—Solo intentaba romper el hielo —me defendí, él murmuró​ algo acerca de cómo en su lugar me rompería una pierna, sin molestarme en responderle me senté en su cama para admirar su habitación. Era azul.

Honestamente no recordaba la forma en la que tenía su cuarto antes, solía pasarme casi todo el tiempo en el de Jack. Sentí una dolorosa punzada en el pecho al recordarlo, sentía el remordimiento de no haber podido despedirme de él.

—Lindo lugar —decidí hablar después de unos minutos de silencio, Zev se había sentado frente a mi, parecía avergonzado—, aunque esté un poco vacío.

No había ningún adorno, todo estaba organizado y su cama estaba hecha, pero al menos tenia unas cuantas fotografías en la pared. Todas eran de nosotros tres.

—Nunca fui del tipo que pone pósters o ese tipo de cosas que la gente normal tiene, ese era Jack. Su cuarto esta justo como lo dejó antes de...—se dio cuenta del rumbo que la conversación estaba llevando, así que cambió de tema drasticamente—Um, ¿no quieres ir a molestar a Robin un poco?

—Zev. 

—¿Qué? ¿No te incomoda hablar de eso? —preguntó alterándose un poco—. ¿No te parece algo extraño o... enfermo que me hiciese pasar por mi hermano muerto?

—La verdad pienso que pudimos habernos ahorrado mucho drama si tu me hubieses dicho que se trataba de ti desde el inicio, pero supongo que entonces la historia no tendría trama de esa manera.

—¿Qué? —dijo confundido, ni yo sabía a que me refería con lo que había dicho.

—El punto es... —proseguí— que eres una buena persona, tal vez tenías una razón para hacerlo. Me lo dijiste en tu carta, pero quiero escucharlo de ti.

Zev se quedó pensando durante un momento. —La frase que siempre usaban para mí hermano era "Jack, deja de moverte por ahí". Conmigo, la frase que me decían era "Zev, habla porque​ parece como si fueras mudo". Jack siempre fue el extrovertido, tu rayito de sol, como solías decir. —rió amargamente al final— Cuando llegaron las cartas no las quería ni abrir, no te iba a contestar, pero después de cuatro o cinco más ya no podía seguirlas viendo tiradas por ahí y no sentirme culpable. Fue muy fácil hacerme pasar por él porque siempre me contaba todo lo que le pasaba y yo lo conocía mejor que nadie, aún no comprendo en que momento supiste que era yo.

—Te hice una pregunta que sólo Jack sabría, respondiste mal y deduje que solo tú podrías ser el que me respondía. —respondí.

—¿Qué pregunta?

—Lo que pasó en el parque y toda la cosa del primer beso. Respondiste en nombre de tu hermano diciendo que había sido él.

—¿No fue con Jack? —negué— ¿Entonces con quién? —preguntó confundido.

—Contigo, idiota. Él lo sabía, pero tú no. Y como respondiste algo que solo tú podrías haber sabido...

Sus expresiones cambiaron muy rápidamente, primero ví sorpresa en su rostro, después un poco de felicidad y por último culpa.

—¿Y ahora qué? —habló en voz baja. Me le quedé viendo durante unos breves instantes, no me había fijado hasta ese momento lo poco que había cambiado. Estaba más alto y grande, su cabello negro sólo había crecido un poco y estaba igual de pálido cómo lo recordaba. Me miraba de la misma forma en la que lo hacía antes, seguía siendo Zev.

Mi Zev.

Respiré profundo antes de responderle. —Llévame a ver a tu hermano.

Sin destinatarioWhere stories live. Discover now