Minutos de angustia

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Cicerón entró, indiferente. Como solía actuar las últimas semana. Parecía haber muerto en vida.

Caminó hasta donde guardaba sus ropas y sin pudor ni molestia comenzó a desnudarse.

Boquiabierta, Odette sólo atinó a voltearse para tratar de ignorarlo.

-Me han dicho que te niegas a bajar para el desayuno, el almuerzo y la merienda. ¿Estas tratando de llamar la atención como una niña pequeña? Por que no esperes que funcione conmigo.

Su tono de voz sonaba molesto y hiriente. Odette, sintió el deseo de arrogarle la lampara a la cabeza, pero detuvo el impulso de hacerlo.

-¿Que podría importarte? ¡Pretendes que actúe como tú lo has estado haciendo? Disculpame, pero yo no puedo alcanzar ése grado de hipocresía. Ahora puedo entender como es que Mía cayó de ésa manera tan fácil en tu juego. ¡Ella no merecía esto! No merecía lo que le hiciste.

Cicerón, intrigado la encaró. ¿Mía? ¡¿Lo sabía?!

-No tienes ni idea... ¡No intentes meterte en estos asuntos!

Odette, se cruzo de brazos, con una sonrisa ladina en los delgados labios.

-Cicerón... ¡Es tan obvio que estas muriendo por ella! ¡Actúas como un zombie en vida! A penas comes y duermes. Te la pasas en el estudio de tu padre. Puedo oler el licor que has estado bebiendo. No importa que éste no te afecte tanto como a un hombre promedio y normal, sino que estés hundiéndote como lo estas permitiendo. La has destruido a ella y ahora, tu conciencia te esta orillando a auto-destruirte. ¡¿A caso no lo vez?!

En un acto de furia tomó la mesa de centro, redonda y pequeña lanzándola hacia la ventana haciéndola añicos.

Odette reprimió un sollozo. La había tomado desprevenida.

-¡Crees que soy estúpido! ¡Que no sé lo que estoy haciéndome! Pues claro que lo sé... ¡Y lo aceptó! Vale cada lágrima de ella. No hables como si lo supieras todo. No sabes nada. ¡Nada de mí! Has conocido tan poco de mi mundo, del de Hérmes. Pero lo suficiente para saber que alejarme así de Mía, significa la muerte para un lobo. ¡Hérmes debe estar igual! Puedo incluso presentir el odio creciendo dentro de él. Llega la hora de ajustar cuentas y poner cada carta jugada sobre la mesa y creeme... No te gustará el resultado.

Con lágrimas en los ojos, Odette apretó sus nudillos sobre su regazo. El miedo ganaba mas que el odio dentro de su corazón.

Miró su abultado vientre, cada día el bebe no paraba de moverse. De hecho, parecía incluso prepararse para salir en cualquier momento. Ya estaba en su ultimo mes de embarazo así que lo mas probable era que daría a luz en ese lugar.

Debía estar alerta para cuando sucediera. No sabía mucho sobre bebés, incluso dudaba de los libros especializados en el tema, pues el niño o niña que llevaba dentro no era del todo común. Era mitad lobo.

El miedo y la tristeza la embargaron. Hérmes no estaría para sostenerlo en cuanto abriera sus ojos por primera vez.

Nada podía hacerla sentir más desdichada que eso.

-¡Jamás pedí esto! Me has obligado a vivir un infierno. ¡Ahora sé que jamás hubieras sido capaz de lastimar a mi mejor amiga! Y como una estúpida creí cada una de tus palabras. ¡Dejame ir! La manda estará a salvo conmigo o sin mí. Aún cuando creas que lo haces por el bien de la manada lo único que has ganado es el odio de la mujer que amas.

Se acercó a la chica, intimidante. Odette se quedó congelada en ese punto, al sentir su cuerpo demasiado cerca del suyo.

-Estoy preparado para cualquier cosa, incluso tu odio y el de ella. De alguna manera, se que lo que hago, es lo correcto. Aún cuando todo este en mi contra.... ¡Lo entenderás, a su momento!

La Pequeña Del Alpha © #Lunaroos2020 #BeautyWordsBSEWhere stories live. Discover now