3.- Maestro y alumna

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Orochimaru volvía a Konoha después de mucho tiempo. La Cuarta Gran Guerra Ninja había terminado y por haber ayudado a los Kages, había sido absuelto de sus crímenes, sólo tendría que hacer servicio comunitario todos los días por lo menos dos horas hasta que Kakashi, el nuevo Hokage, le dijera que parara, además de tener que ser vigilado las 24 horas del día. Eso era muy poco comparado con lo que merecía, así que no objetó y aceptó el trato.

Mientras buscaba un nuevo lugar dónde vivir, vio cómo trasladaban a alguien al hospital con suma urgencia. Orochimaru observó con atenció para saber de quien se trataba. El cabello morado de esa persona rebotaba en la camilla mientras el cuerpo médico trataba de avanzar lo más rápido que podía hacia el hospital. El sannin se fijó en el rostro de la persona que iba en la camilla. Su corazón se paró de inmediato pero reaccionó a los pocos segundos y corrió detrás de los médicos.

Al llegar al hospital, siguió a las personas que cargaban la camilla hasta una sala de urgencias. Trató de entrar, pero un ninja médico lo detuvo.

― ¿Qué haces aquí, Orochimaru? ―le preguntó Tsunade.

―Tengo que entrar―él trató de hacer a un lado a su vieja compañera, pero ella se puso rígida, haciendo que fuera imposible moverla.

― ¿Por qué quieres pasar?

―Anko está ahí dentro y quiero saber cómo está―dijo desesperado.

―Estás bromeando, ¿verdad? ―Tsunade se colocó un dedo en la frente para tratar de controlar su enojo.

―No, no lo estoy haciendo.

― ¿No tienes vergüenza, Orochimaru? Hace casi dieciocho años que la abandonaste de la forma más cruel posible y, ¿ahora finges que te importa?

Orochimaru frunció los labios. Tsunade tenía un poco de razón, pero no sabía la verdad de porque se fue de Konoha hace tiempo de la forma en que lo hizo.

―Tsunade, aunque no lo parezca, Anko siempre me importó.

― ¡Le pusiste un sello maldito a una niña de diez años! ―exclamó la rubia.

― ¡Que fue diseñado especialmente para ella!

Tsunade, quien había estado lista para responderle a Orochimaru, cerró la boca cuando escuchó las palabras de su viejo y raro compañero.

― ¿Qué has dicho?

―Que el Sello Maldito del Cielo había sido diseñado para ella, Tsunade―el hombre de cabello negro la fulminó con la mirada.

―Pero, ¿por qué la abandonaste y le dijiste cosas tan crueles, fingiendo que nunca te importó?

―No quería que sintiera tristeza al momento de mi partida, eso la hubiera matado―el sannin apretó los puños, recordando todo lo que pasó.

― ¿Cómo sabes eso? ―la intriga de Tsunade se notó demasiado en su voz.

―Yo era su padre, no biológico, pero sí quien la crió, educó y vio hacerse fuerte. Sabía que si le decía que no la volvería a ver jamás pero que la amaba, ella se iba a derrumbar. Si llenada su corazón con odio hacia mí, no se derrumbaría, pasaría todo lo contrario. Anko buscaría la manera de hacerse más fuerte para derrotarme.

―Orochimaru―dijo Tsunade conmovida.

―Yo hubiera muerto por Anko de hecho, aún lo haría―de pronto, Orochimaru rió cuando un recuerdo llegó a su mente―. Me gustaba verla reír cuando tiraba de mi cabello, aunque apostaría a que si ahora lo hacer se me caería por la edad y estaría calvo.

Sólo quería lo mejor para ti (Orochimaru y Anko Mitarashi) #NarutoAwardsWhere stories live. Discover now