A N H E L O

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¿Qué iba a saber de la niñez? Siempre me pregunté que se sentía serlo. ¿Qué se sentirá ser inocente, infantil, despreocupado, irresponsable, curioso, travieso, consentido, mimado, amado, protegido, preferido? Todo aquello que conforma a la niñez. Todas esas cosas que nunca me tocaron ser, ni vivir. Si ese debía ser el comienzo de mi vida ¿cómo sería el final?

Siempre me tocó el trabajo duro junto a mi familia.  Aparentábamos ser seres completamente insensibles, invasivos, pero... solo aparentábamos. Dentro de nuestro propio ser sabíamos cuan sensibles llegábamos a ser, por lo que siempre mostré a mi raza como criaturas monstruosas, destruye planetas, purgadores y despiadados asesinos, solo para no vernos vulnerables ante nadie.

Y entre tantos de los nuestros, me encontraba yo: un pequeño niño de seis años, con una mirada llena de rencor, orgullo y seriedad. Nunca mostré ser un niño normal, siempre fui egocéntrico y egoísta, rebelde, pero obediente a todos aquellos a los que debía temer, así como Freezer. Y sin embargo, muy en el fondo de mi asquerosa alma, había un insignificante, pero tan insignificante sentimiento infantil que poco a poco se estaba apagando. Siempre anhelé libertad, una vida normal, junto con mis padres. De mi madre no tenía ni un solo recuerdo, y mi padre fue asesinado. Ahora soy la «mascota» real, con el mejor puesto en las armadas de Freezer, solo por llevar el cargo de príncipe.

¿Niñez? ¿Qué es eso? Supongo que no, no me toca ser, ni vivir. No me tocó ser, ni vivir. Nunca me tocará ser, ni vivir eso que se supone todos debieron vivir.

Orgullo, rencor, egocentrismo, rebeldía, poder, recuerdos horribles, sabiendas obligatorias, cargos pesados, responsabilidades, muerte y órdenes. Eso conformaba a mi niñez, encantadora y bonita niñez.

(...)

Llegué a mi adultez, me había convertido en padre, y aun así no supe apreciarlo. Cuando nació Trunks técnicamente no estuve presente, y por ello me sentí culpable, terriblemente culpable. De haberme marchado, no dudé en regresar, fingiendo desinterés. Por tantos años fui inconsciente de mis errores, pero luego de mi sacrificio en contra de Majin Buu, algo hizo «clic» dentro de mí. Había abierto los ojos y prestado atención a todas las maravillas que me rodeaban: mi familia, mis "amigos", y mi anhelo convertido en algo real. Al fin tenía una vida tranquila, normal, con un hijo y una esposa a quienes proteger.

Pero... ¿Y la niñez? ¿Y todo aquello que la conformaba?

Bura, ella si lo tenía todo, y por lo tanto me hizo vivirlo. Travesuras, curiosidades...

Entendí entonces que el «clic» no era simplemente eso, sino que era la chispa que se había apagado hace años, y Bura terminó por encenderla.

Fin

AceptoWhere stories live. Discover now