El día de la tormenta

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Tuve una constelación de ideas conectadas con cada línea de mi corazón. Y cada una de esas líneas trazó un estela de recuerdos, que resonaron en en mi mente como los acordes de una canción que amé cuando era niña.

Mi imaginación estuvo ligada a las veintidós estaciones pasadas, y cada tormenta trajo nuevas canciones para romper el corazón de algunos chicos que se morían por verme reír.

Aquel día llovió por décimo cuarta vez en mi habitación, e hizo un frío paralizante. Compuse más de 300 canciones que jamás voy a cantar. Escribí por mí y por vos más allá del fin del día porque nunca fui buena para comenzar.

Algo tuvieron aquellos años, ese no se qué que hacía que las palabras vuelen dentro de mi cabeza. Y mientras miraba como se empañaba la ventana, dibujé un corazón con un nombre que todavía duele cuando lo repito. El pasado de aquel pasado fue tomando forma entre mis dedos, hasta encontrar aquella sonrisa entrecortada que me hizo dibujar algo nuevo.

El viento soplaba dándome escalofríos, y partir de ese momento recordé que todo lo recordaba. Guardé mi orgullo dentro del estuche de la guitarra, y me dirigí hacia la puerta. Supe que no había vuelta atrás, ya lo había decidido. Comencé a observar el pasado pendiendo de uno de los hilos del atrapa-sueños que cuelga sobre el respaldo de mi cama, y me di cuenta que los años habían pasado, debía salir de allí.

Creí sentir su voz pero fue mi cabeza, creí perder el aliento pero solo fue la certeza de saber que ya lo había comprendido, tenía que escribir una página nueva. Debía dejar de borronear y crear una cuenta nueva.

Y acá estoy después de tantos años, con la misma tormenta escribiéndonos por siempre.

Reflexiones de una mina comúnWhere stories live. Discover now