Severus estaba meditando para sí mismo ¿Después de haber hablado con su hija pidiéndole que confiara en él, ella quiso revelarle lo de aquel misterioso libro primero a él? luego recordó que ella había estado a punto de decirle algo justo cuando Dobby llegó.

- ¿Y si fue esa peste de mocoso? – Preguntó después aterrado al recordar que le había dado su consentimiento a su hija para que saliera con él, sabía que el chico podía ser peligroso pero cada vez descubría cosas más terribles de él.

- No podemos probarlo pero es muy posible – Respondió Sirius.

- Yo no voy a dejar que ese infeliz le toque un pelo a mi hermana – Puntualizó Harry aterrado pero firme – No dejaré que intenten agredir a mi familia, no otra vez – Luego se giró hacia Severus y continuó – Papá, yo creo que Rose aún sale con ese cretino.

- Así es Harry – Respondió él – Yo la increpé por eso y al final fingí darle mi consentimiento para que se quedara más tranquila y confiara en mí.

- Pero papá...

- Yo tampoco dejaré que ese infeliz toque a mi hija Harry.

- Creo que Severus hizo bien Harry – Intervino Dumbledore – Había que darle un voto de confianza a ella para que así confiara en nosotros, de lo contrario habría continuado saliendo a escondidas con él ¿Qué acaso no tuviste su edad Harry?

- Creo que no debí precipitarme regalándole el mapa del merodeador a mis hijos – Expresó Harry con pesar – Me gustaría tener literalmente vigilado a Ryddle.

- Cada vez sospechó más y más de él – Dijo Sirius.

- Bueno, por ahora actuemos como si no supiéramos nada acerca de este libro – Propuso Dumbledore – Mientras más ignorantes parezcamos, más podremos indagar, sin embargo no voy a correr riesgos esta vez y de nuevo revisaré yo mismo la sección prohibida para asegurarme de que no haya más nada peligroso.

Todos se retiraron del despacho del director pues pronto servirían la cena. Severus se retiró a su habitación en las mazmorras donde encontró a Lily alistándose para la cena, no quiso revelarle nada sobre el libro a su esposa pues no quería preocuparla, pero la verdad era que a él aquel asunto continuaba rondándole en la cabeza.

Poco tiempo después, todos estaban en el gran comedor pero la cena no había aparecido aún. Primero, el profesor Dumbledore se aclaró la garganta acercándose a su atril para recordarles a todos que el día siguiente sería el día de víspera de navidad y que por lo tanto debían tener ya su pareja para de baile y que si no la tenían ya deberían buscarla.

Rose, inevitablemente le echó una mirada a Regulus, aún no sabía si el chico en cuestión había encontrado pareja pero el hecho de pensar en que la hubiese conseguido, de cierta forma le incomodaba. Todavía ellos dos no se dirigían la palabra el uno al otro y eso, aunque no lo demostraba pues era orgullosa como su padre, la lastimaba mucho. Ella adoraba a todos sus amigos, pero Ted y Regulus siempre habían sido especiales.

Cuando el director dejó de hablar, inmediatamente apareció la cena.

- ¿Y qué hacen las computadoras?- Preguntó el señor Ryddle a Hermione mientras Ryddle junior ponía los ojos en blanco (esta vez algunos como Hermione y Ron estaban en la mesa de Slytherin)

- Pues, muchas cosas – Respondió Hermione con entusiasmo – Puedes almacenar fotos y videos, enviar cartas, navegar por la red y...

- ¿También funcionan como lechuzas? – Inquirió el hombre fascinado – Como los teléfonos celulares, nunca dejaré de admirarme.

- Si – Saltó Ron – En casa hay una, a Hermione le encanta su lado muggle y a mí también, incluso nos suscribimos a internet.

- He escuchado muchas veces sobre eso pero ni siquiera sé qué es – Respondió el hombre.

Rose Eileen Snape y su tercera generaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora