Capítulo Primero

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Lunes 02 de enero de 2017  - 7:30am

Dos pares de pies avanzan rápidamente por un pasillo brillante, uno de ellos en zapatos masculinos italianos tratando de seguirle el paso a otro femenino, zapatos Louis Vuiton de color rojo, altos con tacón de aguja, que estilizaban unas piernas de ensueño.

- Todo está listo para el desfile privado de la hija del empresario británico - el joven llevaba una agenda mientras seguía sus notas, respiró hondo al abordar el siguiente punto - una modelo estaba histérica por un problema familiar pero. Antonieta se encargó de todo y ya están casi listas todas las modelos… 

- ¿Casi listas? - Pablo, un joven de tan solo veintitantos años, hizo una mueca al ver el enfado de su jefa, llevaba un año trabajando a su lado y había aprendido a tener nervios de acero - Debía de estar todo listo, Pablo. No casi listo. - Victoria entró a la oficina y soltó su bolso sobre el escritorio. - El desfile está pautado para las nueve de la mañana. El cliente es un hombre importante, que no tiene tiempo para perderlo, ¿Dónde está Antonieta? 

- Está afinando detalles con las modelos. 

- Ahora mismo me escucharán... - amenazó saliendo rápidamente  al ala destinada a las modelos, Pablo la siguió, seguro de que alguien saldría despedido, así que rezó por no ser el blanco. Aunque sus preferencias eran masculinas, no pudo dejar de admirar la belleza de su jefa. Pese a su edad Victoria Sandoval era una mujer hermosa, bien conservada y muy sensual; su excelente gusto por la moda la colocaba en el top de mejores vestidas en México. Esa mañana, donde todos debían estar descansando y disfrutando de sus encuentros familiares, ella trabajaba enfundada en una falda negra ajustada a sus caderas y muslos y una blusa roja granate, un perfecto moño del cual ni un sólo de sus cabellos se atrevía a rebelarse. No en vano era la dueña de la Casa de Modas "Victoria" perfección en modas, ella parecía perfecta, intocable... 

Mientras recorría los pasillos decorados con excelente gusto, Victoria pensaba en los sacrificios que había tenido que hacer para conseguir todo lo que tenía, empezar de cero para construir un imperio de frivolidad. En la adolescencia la moda había sido una aversión para ella, podía decirse que era un marimacho que escondía sus atributos recién descubiertos en trajes poco femeninos que solo eran útiles para cabalgar. Ahora lucía de punta en blanco, con aromas de los más costosos; pero que no acallaban su dolor. Recordar le hizo sentir una punzada en el centro del pecho, pero se negó a derrumbarse, así que al entrar al camerino de modelos se dispuso a pagar su mal humor con cuanto ser humano se le cruzara en el camino.

- Antonieta... - Gritó con fuerza y todos en el lugar se sobresaltaron.

- Victoria, ¡Buenos días! ¿Cómo estás? - saludó Antonieta tratando de calmar a su amiga y jefa.

- ¿Buenos días? ¿Cómo van a ser buenos? No estamos listos. No puedo dejar un día la empresa, se vuelve un maldito caos. ¿Dónde está la responsable de este retraso?  - preguntó mirando a todos lados en busca de la modelo histérica.

- Victoria, sé que es un desfile muy importante - trató de apaciguarla - pero si todos nos callamos, podemos estar a tiempo para...-  ella la interrumpió, mientras señalaba con un dedo a una modelo con ojos enrojecidos.

- Tú... - la muchacha abrió los ojos con ansiedad - Si, tu ¿cómo te llamas?

- Mo... Mónica, señora. - tartamudeó

- Mónica, si no quieres quedarte sin trabajo, será mejor que dejes a un lado tus problemas personales.

- Señora... - quiso disculparse, pero Victoria no se lo permitió.

- No me importa si tu novio te dejó - se fue acercando a la modelo con pose intimidante, lo que arrancó un escalofrío de la joven. - si no tienes dinero para pagar tus cuentas... Me vale si estás enferma, si estas gorda o deprimida... Solo quiero que te pongas el maldito vestido y salgas a desfilar ¿te quedó claro? - la mirada de Victoria no dejaba lugar a dudas, cualquier excusa sería su fin.

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