Prefacio.

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Entre a mi habitación por la ventana cuando me di cuenta que tal vez ya habían dejado de seguirme. Pensé que no debía bajar la guardia. Esos tipos resultaban ser muy peligrosos. Ahora que había logrado huir no iban a descansar hasta encontrarme y matarme.

***

Belén agarro su cuaderno y escribió aceleradamente varios datos y luego lo guardo de nuevo en su escondite. Atrás de un cuadro. Luego empezó a llorar. Agarro una soga, la colgó y se dejo caer.

Agustín llego del trabajo un poco cansado.

—¡Roberta! 

La mucama se dirigió a el con uno de los jarrones.

—¿Que necesita, señor?

—Cuando llegue vi que la ventana del cuarto de Belén estaba abierta —rió— Ve a cerrarla.

—Si, señor.

Roberta, la mucama estaba algo asustada. Luego de la desaparición de Belén nadie volvió a pisar ese cuarto. Toda la familia fingía preocuparse por ella, y aprovechaban la desaparición para salir a dar testimonios por televisión. El caso había tomado mucha popularidad luego de que Aranza, la madre de Belén hiciera todo lo imposible para encontrar a su hija, logrando su objetivo. Cuando ella volvió a aparecer y se conoció que había sido raptada por una red de trata fue cuando todo cambio y la custodia fue dividida entre los dos padres, por lo que Agustín debía llevarse a su hija.

Mientras que en esa casa todos odiaban a Belén. Cada uno tenia sus motivos. Hasta su propio padre la detestaba y no se esforzaba por negarlo. La única razón por la que Belén vivía ahí era para vengarse de Aranza, quien le había pedido el divorcio y se había marchado con su hija. Luego de tantos años, decidió aceptar el divorcio pero prometió hacer sufrir a la pobre Aranza que se había cansado de tantos maltratos.

Cuando Roberta llego ahí se quedo en estado de shock. Corrió por los pasillos completamente asustada.

—Señor, su hija —trago saliva— Se suicido.

—¿Que?

Cuando llego la ambulancia se dieron cuenta que ya era tarde. Belén estaba muerta. Alina festejaba en silencio. Agustín fingía su tristeza mientras se reía por dentro. Cuando le avisaron a Aranza sobre lo ocurrido fue desesperada a esa casa en busca de respuestas.

—¿Que le hiciste? —preguntaba, entre sollozos— ¿Que le hiciste a mi hija?

—Yo no le hice nada, querida. Ella se quito la vida.

—Ven —se dirigió a todos los presentes— Por esto es que no quería compartir la custodia. Sabia que cerca de este tipo mi hija estaba en peligro.

Agustín disfrutaba ver las reacciones de su ex esposa, sin embargo en ese momento solo se preocupaba por liberarse de cualquier sospecha.

—¿Vos crees que quería esto? —se arrodillo —Amaba a mi hija, Aranza. ¡La amaba!

—Si, claro.

Al dia siguiente fue el velorio. Nadie podía entender como alguien tan joven podía haberse suicidado. Sin embargo,  nadie lloraba a excepción de Mauricio y Aranza. Fue cuando Alex llego y todavía no podía creerlo.

—Papa —susurro— ¿Como fue que paso todo esto? La encontraron hace dos días, se suponía que todo iba a volver a la normalidad.

El guardaba silencio, miraba hacia el horizonte, se perdía en sus pensamientos. La culpa empezaba a invadirlo por lo que decidió que seria mejor abandonar el velorio.

—Mama.

—Hijo —ambos empezaron a llorar mientras se abrazaban— Estaba esperando que llegaras por que necesito pedirte que me acompañes a la casa de tu papa.

MaltratadasWhere stories live. Discover now