5. {Final}

477 41 4
                                    

Reí con verdadera gracia, cubriendo mi boca con una de mis manos. La cita con Nathan no había sido para nada una mala idea, el era muy divertido. De todo lo que a mi me costaba entablar conversación, el hablaba mucho…y eso mantenía los momentos incómodos, que, por suerte, todavía no habían llegado.

El caminaba a mi lado, con media sonrisa cubriendo su rostro. Desde que lo encontré tocando la puerta de mi casa lo noté diferente. Su aura ya no era tan oscura… y de alguna manera, eso mejoraba mi ánimo.

 

— ¿Entonces… tu simplemente corriste fuera de ahí? — Reí.

El se encogió de hombros, sonriendo como niño pequeño cuando relata su aventura más grande.

 

— ¿Qué podría haber hecho? Ethan me había dejado solo en el medio del lugar… no iba a quedarme buscando moscas mientras venían a regañarme. — Rió.

Negué con la cabeza, divertida. Le di otro lametón a mi helado y continué caminando a donde sea que él quisiese ir. Era temprano aún, y teníamos tiempo de sobra… pero por alguna extraña razón, no quería irme.

Había disfrutado del tiempo con Nathan, y me había dado tiempo para conocerlo aunque sea un poco. No entendía como había sido tan cabeza dura como para desconfiar ciegamente de él.

Él debería odiarme… no querer salir conmigo.

Llegamos al centro de la ciudad. En donde la calle central desembocaba justo en el muelle. Ahí quería llevarnos él, al parecer. La gente caminaba, feliz y ajena a los problemas que otros enfrentaban.

Desearía vivir tan tranquila como algunos lo hacían.

Coloqué mis manos dentro de los bolsillos de mi abrigo, y volteé a ver a mi acompañante. Observaba atentamente a un niño haciendo malabares, y reía junto al pequeño. No pude evitar sonreír frente a la situación.

Era adorable.

 

—Muy bien, pequeño. — Le oí decir cuando este hubo terminado. Sacudió su cabello, como si lo conociera de toda la vida. Depositó unas monedas sacadas de su bolsillo dentro de la chaqueta del pequeño, y volvió a mi lado.

 

—Eso fue bonito de tu parte. — Sonreí.

 

—Es bueno ayudar de vez en cuando…— Se encogió de hombros. Continuamos caminando hasta llegar a la orilla del muelle. El viento era más fuerte allí, pero no lo suficiente como para ser insoportable. Nathan se sentó en un costado, dejando colgar sus pies hacia el agua. Era alto, asique no había posibilidad de mojarse.

Palmeó el lugar a su lado, indicándome sin palabras que me sentase. Obedecí a palabras mudas, y observé el horizonte.

 

—Cuando era pequeño, mi padre me trajo aquí. — Comenzó. — El me dijo que el agua le tranquilizaba… y que cada vez que tenía algún problema, podía venir aquí a pensar y analizar las cosas… sin ninguna presión. — Volteé a verlo. Sus ojos me encontraron en el camino, y sentí el calor arremolinarse por mis mejillas en un sonrojo inevitable. —Eso he hecho desde que te conocí.

Fruncí el ceño.

 

— ¿Desde que me conociste?

 

—He venido aquí una o dos veces por semana… a pensar. — Rió. —Te pensaba, Katie. Siempre. Aún lo hago.

Me había dejado sin palabras. Él… me estaba confesando lo que sentía, y yo prácticamente tenía la boca abierta con las palabras atragantadas en mi garganta. No podía procesarlo. Había sido una horrible persona con él, y…

 

—Pero, Nathan… te he tratado de una mala forma. Nunca fui buena contigo. Creí todo lo que los demás decían de ti, y nunca escuché a la única persona que…

Dejé la frase flotando en el aire, justo a la deriva como el agua debajo de nosotros. Mi nuca había sido tomada por su mano, y mis labios ahora estaban sobre los suyos. Estaba más que confundida... no entendía que ocurría. Tomé una distancia prudente, pero aún así corta, de él y lo miré con confusión.

 

—… debí haber escuchado. — Susurré.

El asintió, de repente algo feliz. Le causaba gracia mi estado, supuse. No entendía la gracia, de todas formas... pero le dejé varios segundos antes de que se explicara.

 

—Imaginé que esta sería tu reacción… Pero, dios. Necesitaba hacerlo. — Sacudió su cabello, aún riendo.

 

— ¿Tu…? ¿Tú necesitabas besarme? — Entrecerré los ojos, produciendo que el rodase los suyos. Sus orbes se concentraron nuevamente en los míos. Esta vez con más intensidad.

 

—Oh, vamos Katie. ¿No te has dado cuenta? Me gustas. Me gustas mucho, y he tratado de hacértelo entender desde que nos conocimos, prácticamente. — Llevó su mano a mi cabello y dio dos toques suaves. —Pero esta cabecita no quería entenderlo.

Asentí lentamente, dándole a saber que estaba procesando toda la información que había largado en tan pocos minutos.

 

— ¿Incluso aunque te juzgué sin saber?

El suspiró. —Cariño, cualquier persona lo habría hecho. No me conocías, no te culpo. Ahora, ¿puedes admitir que también te gusto así puedo besarte? — Rogó, arrastrando su voz. —Digo, a menos que tengas otra razón para odiarme ahora…

Arrugué mis ojos con diversión, tomando la parte trasera de su cabeza para atraerlo a mí. Antes de llegar siquiera a compartir su respiración, hablé.

 

—No. Nada más.

~running out of reasons {nathan sykes}~Where stories live. Discover now