Caprichos de los Dioses - Capítulo 10 - Alma perdida, la rueda gira

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__¿Qué coño haces aquí?__gruñó destilando furia en cada una de sus silabas.

Se levantó de un ágil salto tal y como si fuera un felino apunto de atacar.

__Y no, no me alegro nada de verte, padre__alzó con orgulló el mentón desafiante__Y menos después de... ¿cuantos años?

__Oh vamos hijo, no seas infantil... ¿Qué importa una era arriba o abajo cuando se trata de nosotros? No eres un humano, tu tiempo no transcurre igual que para ellos.

__Puede, pero eso no te da ningún derecho a irrumpir en mis dominios cuando te plazca sin ser invitado.

Su padre espero impasible sosteniendo su mirada al tiempo que se median el uno al otro moviendose en circulos.

¡Justo aparecía ahora! Demasiada coincidencia, Warx conocía demasiado bien el ansia de poder de su padre, su sed por ser el soberano absoluto, su ego le podía... aún así no sabía cual era más sangriento de los dos. Al fin y al cabo era un digno hijo de sus padres....

__Así era cierto, tú maldición se ha iniciado y con ella la rueda del destino a empezado a girar de nuevo, espero que sepas a que te estas enfrentando esta vez y elijas bien en que bando estas.

__¿A qué has venido?

__Te lo estoy diciendo Warx.

__Entonces te lo preguntare de otra manera ¿En que bando vas a estar tú?

Éste rió de buena gana y tomó asiento con su regía elegancia particular, aunque siempre cualquier movimiento o gesto de aquel Dios, por nímio que pareciese, podía resultar letal. 

__¿Desde cuando un padre no puede preocuparse por su hijo?

__Venga ya, nunca lo has hecho así que no me vengas con eso, ya es tarde ¿has venido a regodearte, a rebozarte en mi decadencia? Pues ya lo tienes, maldito gracias a tí y a mi propia estúpidez. Jamás debí segurite, jamás debí tragarme tus mentirás. Lo único que querías era un seguro que cubriese tus espaldas y comandase tus ejercitos, sólo querías otro guerrero más para tus filas.

Eresteón no dijo nada ni dejo traslucir nada en su mirada que indicase si le habían dolido o no las palabras de su hijo, pero su aura opresiva y tenebrosa parecio volverse aún más amarga y oscura al tiempo que se retorcía. Pero lo que si que no se le había pasado era que, ni una sola vez Warx había descubierto el flanco que le permitiría ver el lecho... 

Como si no hubieran compartido nunca a una mujer, como si no se huviesen corrido unas buenas juergas tras una batalla padre e hijo...

Desde luego ambos progenitores habían perdido la batalla por su hijo, lo habían perdido hace tiempo sin darse ni cuenta de que competir o pelear no era la solución, ellos mismos lo habían envenenado lanzándolo a su propio abismo. Pero ni siquiera el propio Warx se hacía cargo del peso y el  poder que cargaba sobre sus hombros. Sí, había sido duro con él, intransigente pero era por su propio bien. Debía curtirlo y prepararlo para la guerra desde su más tierna infancia para que estuviese preparado, debía enseñarle a ser un hombre y a defenderse pero quizás olvido parte de lo esencial aunque él ya lo tenía, deber, honor, código... decencia. Sólo había pensado en su protección, no podían protegerlo eternamente del resto de panteones. No podían estar las veinticuatro horas del día detrás de su pequeño vastago.

Pero ahí seguían... con su panteón en lo más alto... bueno, el de su madre mejor dicho. El suyo estaba apunto de extinguirse a ese paso. Sí, tenía muchos hijos esparcidos por el mundo ¿pero que otros compañeros le quedaban? estaban extintos, o apunto de apagarse, apenas quedaba sangre de los suyos, salvo por todos esos hijos ílegitimos y lo peor era que por mucho que yaciera con otras mujeres, nunca se saciaba esa pequeña parte de su alma. Su corazón lo tenía una única persona y eso no podía ser... siempre estaba presente ella, sólo ella...

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