Epílogo

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Había llegado el día y era mejor hacerlo antes de que se arrepintiera porque de tan solo pensar en aquel momento, su corazón se volvía loco y los nervios aumentaban.

Con veintiséis años  tenía todo lo que deseaba.

Ambos habían vuelto a Corea luego de haber pasado los mejores dos años de su vida en Rusia donde pudieron recuperar el tiempo perdido y vaya que sí lo hicieron.

Actualmente estaban en Seúl viviendo juntos en un apartamento grande donde tenían un gato llamado Mr. Zhu y un perro llamado Vivi, ambos siendo sus hijos.

Amaba a Luhan, lo amaba tanto que daría su vida por el, que se partiría la espalda para complacer los caprichos de su princesa e incluso le besaría los pies si este se lo pidiera.

Era un loco enamorado, un completo loco enamorado que llevaba tomando clases de ballet por tres meses a escondidas del menor y todo para pedirle matrimonio de la manera las romántica...

Lo deseaba a su lado por todos los años que le quedaban de vida, ver su rostro cada despertar, sentir sus labios sobre su piel, tener hijos en un futuro y llevarlo a recorrer los teatros de música clásica más conocidos del mundo.

Exactamente Luhan llegaría en quince minutos, quizás más o quizás menos pero aquello no importaba.

Seguramente el menor se encontraba con Kim estupido Kai enseñándoles a los pequeños de la academia sobre la danza y no era para menos si ambos eran los mejores y eso le daba celos ¡Demasiados! Joder, de tan solo recordar cómo ambos habían bailado en una presentación...

Suspiro y se dirigió hacia una gran habitación la cual estaba llena de espejos y tenía unas barras que habían instalado para aquel cuarto de estudio del menor ¡Mierda! No se había podido resistir a esos lindos ojitos y ese adorable puchero con el que su castaño le había pedido ese cuarto.

Luhan era su debilidad.

Se sentó en el suelo y espero a la llegada del menor el cual se estaba demorando un poco más de lo normal.

Asustado al ver que ya había pasado más de una hora y media, salió de ese salón y tomó uno de sus chalecos para luego ver la hora e ir corriendo a la academia de ballet que conocía como a la palma de su mano.

En aquellos instantes le importaba una mierda pasarse los semáforos en rojo o andar en una velocidad no permitida.

Estaba más que preocupado y esperaba encontrar a su niño en el salón de siempre.

Aparcó el auto y corrió a la entrada para ver como la señorita Bae Irene todavía conservaba el puesto solo que los años se le veían encima pero aun así se sentía como si no hubiesen pasado 7 años.

—¿Que hiciste Oh Sehun? —amenazo la mujer— No quiere que nadie entre a verlo, ni Jennie, ni Kai, ni los niños... ¡Lleva tres jodidas horas encerrado ahí!

Y esas palabras bastaron para que fuera corriendo hacia las decenas de salas que tenía el lugar hasta que llegó a la más grande, donde se encontraba Luhan bailando y JongIn con Jennie observando desde afuera.

—¿Que mierda hiciste? —preguntó el moreno— ¡No quiere ver a nadie!

—Mierda, no me grites Kim que eres el menos indicado para hacerlo. —respondió enojado por tal recibimiento.

Y el silencio reino entre los dos hasta que el moreno suspiro arrepentido y levando la cara.

—Mira, se que en el pasado la cague con Luhan, se que fui un hijo de puta con él y no merezco su amistad... —dijo lentamente— Pero el me enseño que el ballet es una pasión, no una competencia. Me enseñó a sentirlo y a poder vivir de el... Lo quiero y me preocupa, aunque las acciones del pasado no lo reflejen, el es mi amigo.

Ballet Love «hunhan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora