Prólogo

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     No supo en exactitud cómo fue que llegó a ese sitio. Lo único que podía recordar era la forma en que vio caer a su amiga del cabello marrón, luego de que un opresivo dolor en su corazón le hubiese robado el último suspiro. La sangre que brotaba abundantemente de la nariz de la chica del cabello marrón era una de las pocas cosas que todavía podía ver.

Ella, de cabello rubio y coloridos mechones que le daban vida, se sentía aturdida. Miró sus manos, descubriendo la sangre seca de su ángel. Horrorizada, gimió lastimeramente e intentó librarse de la sangre, tallando sus manos sobre sus caderas con la esperanza de la tela de sus jeans pudiese liberarla de las culpas.

No funcionó.

Con los ojos anegados en lágrimas, aferró la cruz de oro que llevaba colgada al cuello.

Le costó controlarse lo suficiente como para notar que no estaba a ningún sitio conocido.

Y, a la vez, sí lo estaba.

Avanzó con piernas temblorosas hacia la puerta que la sacaría del que debía ser un armario de limpieza, dándose cuenta de cuánto se había salido todo de control. No había manera de explicar cómo fue que llegó ahí precisamente. ¿Acaso el viaje en el tiempo mediante las fotografías no implicaba que sólo llegaría al mismo sitio donde dicha fotografía fue tomada? ¿Por qué, entonces, estaba en ese lugar?

Intentó recordar los momentos antes de viajar, dándose cuenta de que la única teoría aceptable era que todo salió del alcance de su control cuando su amiga cayó.

Estaba atascada.

Y la única manera de remediarlo todo era encontrando a la única persona capaz de ayudarle.

Así que salió a toda velocidad, deteniéndose en seco al percatarse de la jugarreta con la que el destino quiso demostrarle que nada sería tan fácil como ella deseaba.

Vio todos esos estudiantes congregados frente al edificio, tomando sus móviles algunos, y otros sólo mirando horrorizados hacia el techo. Reconoció todos aquellos rostros, así como sintió que una pequeña pizca de ira y rencor iba creciendo en su interior al ver a los miembros del Club Vortex esbozando sonrisas crueles.

Observó también al fondo la forma en que aquellas tres personas llegaron corriendo a toda velocidad. Verlos con vida fue como si un soplo de esperanza se hubiese adentrado en su alma.

Intentó caminar hacia ellos, sabiendo que sólo la que parecía ser la líder del trío podría ayudarle a resolver todos sus problemas. Pero ni bien dio el primer paso, escuchó los gritos horrorizados de la multitud. Se giró de golpe para presenciar cómo su propio cuerpo se desplomaba en el suelo. El crujido de todos sus huesos también la invadió a ella, nublándole la visión y preguntándose por qué era que Max Caulfield había fallado para salvarla.

¿Acaso también en esa realidad las cosas estaban cambiando?

Fate is StrangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora