Ambos se miraron entre sí con confusión cuando lo vieron alejarse como un huracán. Las miradas cómplices no se hicieron esperar.

Bien, ya tenían al hombre donde querían.
Tal y como Alec había dicho.
Ahora sólo era cuestión de hablar con el jefe y mañana en la mañana ya estarían camino a las bahamas.
O a las vegas lo que fuera mejor. No pensaban desperdiciar ni un mísero segundo más en esa cloaca de porquería

........

—Con que al fin aceptó... Bien, tengan todo listo. Habrá un ligero cambio de planes. Esta misma noche saldremos de aquí.
No quiero errores, al primer imbécil que se retrace se quedará como chivo expiatorio. ¡Sin excepción!

El hombre, el líder dentro de la penitenciaria, junto con los demás tomaban una ducha dentro de las regaderas. El agua fría caía por sus cuerpos lavándolos.

Sin darse cuenta, Hérmes estaba entrando con una toalla enredada en la cintura.

Spencer, él reo que había hablado con él sobre el plan de fuga, se percató de inmediato de su presencia.

Se acercó hasta donde él lobo abría los grifos del agua.

—Escuché que al fin aceptaste. ¡Genial! Ahora será más fácil salir.
Susurró, para que los demás no pudiera escuchar.

Hérmes, con el gesto de disgusto intentaba lavarse sin perturbarse más de lo que ya estaba.

Lo único en su mente era el salir lo mas pronto posible para ir y buscar a Odette. Y alejarla lo mas posible de Cicerón. ¡Ese maldito cretino mentiroso!

—Después de la cena. Yo te avisare.
Se alejó, pues la tensión alrededor del hombre era pesada y asfixiante. De pronto era diferente a ayer cuando hablo con él en las gradas. Ahora parecía un bloque de hielo.

¡¿Que le pasaba?!

.........

La noche llegó, para toda la ciudad. Cada rincón de la penitenciaria a esas altas horas de la noche, permanecía en silencio, por unas cuantas excepciones.

Debajo del sótano, donde permanece el lugar frío y inhóspito de las calderas las cuales son encendidas en vísperas del cruel invierno, un par de manos trabajaban manipulando los candados que fuertemente custodiaban la salida del alcantarillado de la penitenciaria.

Los conductos de abastecimiento de agua y gas. Metros y metros de conductos atravesando el complejo.

—¡Demonios! ¡Anda date prisa joder! Si nos pillan esos malditos uniformados, será nuestro fin.

—¡Hago lo que puedo con esta mierda de herramienta! ¡Y baja la maldita voz estúpido! Donde está Cold. ¡Ya debería estar aquí! Él debería estar rompiendo estas malditas cadenas.

De pronto, unos pasos a lo lejos se escucharon, venían a ellos rápidamente.

—¡Mierda!

El sonido de silbatos y armas. Alrededor de veinte oficiales armados los rodearon en ese pequeño y estrecho lugar.

Las bayonetas les apuntaban sin consideración.

Mientras tanto, en otra parte de la prisión, Hérmes. Permanecía frente al espejo en el lavamanos. Apretaba la pileta con sus manos. Spencer, exaltado entró buscándolo con desesperación. Con los ojos desorbitados y jadeante le gritó.

—¡Los azules! ¡Los rodearon! ¡Ahora si están jodidos, sera mejor que no salgas ni te aparescas por allá! Cristo, es una suerte que te avisará antes.

La Pequeña Del Alpha © #Lunaroos2020 #BeautyWordsBSEWhere stories live. Discover now