Capitulo 12

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-señores pasajeros en menos de cinco minutos estaremos aterrizando.

Esa voz tan falsa como el culo de nicky Minaj, me despertó de un espantoso sueño, no se que era peor en realidad, si el sueño o la voz de la mujer. Resfriegue mis ojos, gran error, llevaba maquillaje resople y de mi cartera saque mis toallitas desmaquillantes y un espejo, me saque todo lo que había esparcido y una vez desmaquillada aplique un poco de máscara de pestañas con un labial rosa palo. En eso el avión ya había aterrizado así que tome mi cartera y baje de este mismo, me lleve como media hora esperando a que llegara mi turno para poder recoger mis maletas, claro, esto podría no haber pasado si hubiera utilizado mis técnicas de seducción, pero estaba tan arta de ser la puta del mundo entero que pase de eso y me quede media hora o mas parada en una fila inmensa con tacones de mas de diez milímetros.

Cuando tome mis maletas suspire, era un bolso de mano y dos maletas con rueditas, ¿por que lleve tanta ropa?, o es verdad, cómoda y engreída prostituta, eso era. Me acomode todo como pude y camine hasta la salida del aeropuerto. Nadie esperando, muchas personas con carteles y ninguno para mi -suspire- no tenía quien, esto era mi vida, esta era yo, sola, alguien que solo sirve para calentar una cama.

Tome un taxi y le di la dirección, al llegar a la mansión, pague y me quede ahí, frente a mi, no no frente a mi casa, frente a la casa de Joshua. Me acomode la cartera y camine a paso lento por entremedio del gran y hermoso pasillo de árboles que tenía bien cuidado el jardinero, antes de tocar el timbre una María sonriente me resibio con un fuerte abraso, ganas no me faltaban para devolverselo, pero mi cuerpo simplemente no reacciono y quede estática como una momia, bien hecho, eso debía pasar.  María se separo y me miro frunciendo el ceño, pero luego volvio a sonreir.

-la extrañe mucho, no había nadie que me recordara a diario lo rico que cocino- tenía tantas ganas de sonreírle y decirle que extrañaba sus mimos, que en el fondo, eran simplemente para tenerme contenta en esa casa, arrugue la frente de solo pensarlo.

-mis maletas están en la entrada, manda a alguien que valla por ellas o ve tu, da igual, pero apúrate que las pueden robar- me miro notoriamente molesta.

-es el mejor condominio de la ciudad, nadie robara nada.

-vale ¿entonces que se queden ahí por siempre? ¿o acaso piensas que yo las traeré? Suficiente tuve con tomar un mugroso taxi, para eso estas tu, para recoger maletas, cocinar y todo eso que haces- sus ojos, dios sus ojos estaban... Tristes, dolidos.  Seguramente algo que sabe hacer para dar lastima, claro, quiere que le tenga lastima, así vuelvo a ser la misma puta y callada de siempre- que te apures e dicho- cerro sus ojos.

-si, señora- se metió dentro de la casa y a los segundos uno de los guardias trajo todas mis maletas.

Entre a paso lento a la mansión, mire cada rincón, cada rincón que yo había compartido con Joshua, nunca había sentido nada, nada mas que placer a su lado, pero claro, tenía que venir Enriqueta y decirme ese montón de estupideces del amor y bla bla, enredando mis pensamientos, confundiendome completamente, provocando tristeza, por que Joshua no me ama -Sonreí hironicamente- como me iba a amar el por Dios, es estúpido, siempre fui y seré su puta, hasta que muera, cuando el muera seré libre.

***

La brisa, una brisa fresca, exquisita, suspire y abrí mis ojos para ver un montón de mansiones -negué con la cabeza- me paré de la silla y camine a mi habitación, busque las llaves del auto que me había regalado Joshua hace un tiempo, la verdad es que no lo usaba mucho, solo para ir a un lugar en específico. Me quite toda esa ropa de millonaria y me puse un buso ajustado, una polera de tiras y encima un poleron negro, cerré la puerta de mi habitación y baje las escaleras lentamente, camino por la gran casa hasta la salida de atrás, la que daba al estacionamiento, busque mi auto, y ahí estaba brillando en su color azul marino, era hermoso, sencillo y hermoso.  Me monte en el y respire tranquila, amaba subirme a el, ya que cada vez que lo hacia era por que me desahogaría en la nada; en el trayecto me di cuenta que las calles estaban casi vacias, ¿quien andaría paseando en las calles cuando podría disfrutar de un fantastico almuerzo de domingo en familia? Yo.

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