¿Qué más podrías necesitar de mi? ¿De alguien como yo?

 — Puedo verlo en tus ojos, eso piensas de mí. — murmuro tan cerca de mi que podía sentir su aliento caliente y tono indignado.— No lo entiendes, todavía no te das cuenta. 

Cerro sus ojos con fuerza y presiono sus labios, quizá reprimiendo el deseo de besar los míos. O al menos eso era lo que yo quería que ocurriese.

  — Cámbiate, te buscare en unas horas. — ordeno.— YoonGi quiere verte.  

Se alejo de mi con lentitud, para luego sólo traspasar el umbral de la puerta y dejarme sólo. 

¿Que ocurría conmigo? ¿Que es lo que no entiendo aún? 

Autista tome el ropaje dado y sin mirar la coloque pieza por pieza en mi cuerpo, mirando al rededor tratando de descifrar donde estaba hasta dar cuenta que era la habitación de Taehyung.

Espere el tiempo necesario en esa habitación para inspeccionar cada mínima cosa y detalle y alego que el tiempo se volvió eterno, pero no me dí cuenta.

La puerta simplemente se abrió en un momento que yo admiraba unos viejos libros qué aseguro él ya habría leído, admirando su caligrafía, he incluso tratando de grabar en mi memoria el olor particular de todo lo que le pertenecía.

Taehyung se había vuelto en un corto tiempo la cosa más interesante del mundo.

De mi mundo.

  — ¿Donde vamos?— pregunte curioso mientras hacíamos un camino sin fin por un pasillo tapizado por el color esmeralda.

 — YoonGi te explicara todo lo que sea necesario.— contesto.

Notaba en su voz la molestia y decepción que se que me tenía. 

Pero nada de lo que realmente pasaba era como realmente estaba pasando. Es decir, sí pensaba que Taehyung sólo quería mi sangre pero no pensaba que el fuera un monstruo. 

Desde niños crecemos con las leyendas de seres paranormales. No es noticia cuando descubren a uno, lo sacrifican o van a la guerra contra ellos. No es algo que me extrañe, al menos no ahora. O al menos no Taehyung.

Temí al principio, sí, pero no por él. Por mí. Soy el maldito problema, ¿cómo podría ser mi mortal miedo lo que le de vida a él? es horrorosamente irónico.

Y ahora sólo me separaba de la verdad una gran y enorme puerta de madera labrada, y juro sólo entonces noté la forma en la que estaba vistiendo. Llevaba sobre mi prendas sedosas y pulcras, con detalles en las mangas y cuello.

Casi podría confundirme a mi mismo con un príncipe. Si no supiera de sobre mano mi naturaleza de don nadie.

— Te ves bien.— balbuceo a mi lado antes de empujar la gran y pesada puerta con sólo un empujón.

Y logro con simples palabras un cosquilleo que me obligo a sonreír.





Tan pronto entramos mi sonrisa fue borrada.





Aquella persona sentada del otro lado de la sala sobre el terciopelo de la gran silla carmesí se mostraba tan frígido como las rocas que formaron el castillo y tan intimidante como las leyendas sobre él.

Sus poros, sus facciones, y el aire a su alrededor incluso eran dignos de la más magnifica realeza.

Su piel era blanca como la nieve del invierno más gélido, igual que su porte y su filosa mirada. Su postura era firme e imponente. Todo a su alrededor era pulcro y brillante. 

Hemophobia | VKook EDITANDOWhere stories live. Discover now