♫ Decisión y Desesperación ♥

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Aira

¿Este... ¿Este polo tuyo...? ¿Este polo tuyo es de tu colegio? —preguntó Rodrigo de inmediato, los cuales no se despegaban de la camiseta que tenía entre sus manos.

La muchacha tragó saliva.

—S... Sí. —dijo en un tono apenas imperceptible y quitándole el polo en un santiamén.

—¡No comprendo! ¿Estás...? —Hizo una pausa—. ¿Estás en el colegio? —preguntó Rodrigo frunciendo el ceño.

Ella guardó rápido el polo en su bolsa. Había olvidado un pequeño detalle, el cual ahora se convertía en grande. De inmediato se le ocurrió una salida, no sin antes ensayar su gesto de falsa sinceridad:

—Sí —dijo tan rápido como sonó, encaminándose hacia la salida del cuarto, pero él la detuvo.

La había agarrado muy fuerte del brazo, obligándola a encarar... a él y a la verdad que tanto se negaba a soltar:

—¡No entiendo nada! ¿Otra...? ¿Otra vez me has mentido? —dijo bastante airado, con una mezcla de pena y de desconcierto, que a ella se le desgarró el corazón—. Pero, ¿POR QUÉ?

¿Era momento de afrontar la verdad y revelarla de una vez? Pero, ¿cómo reaccionaría? ¿Lo asumiría bien? ¿O se enojaría?

No tuvo mucho tiempo de pensar. Los dedos de Rodrigo se le clavaron en su brazo, obligándole a querer zafarse de su agarre sin éxito alguno.

—Me... me due... —iba a quejarse.

Sin embargo, la presión que él ejercía sobre ella y el dolor incrementándose en su piel, trajo de vuelta unas sensaciones y emociones que ya le eran conocidas

—¿Por..? ¿Por qué? —Tragó saliva. Sintió que su garganta le quemaba—. ¿Por qué siempre...? ¿Siempre...? ¿Siempre reaccionas así? ¿De esa manera tan...? ¿Tan violenta?

—¿Violento dices? —preguntó retrocediendo unos pasos.

Ella afirmó con la cabeza.

—Me... me das miedo, Rodrigo.

Hizo una mueca y abrió sus pequeños ojos negros para poder contemplarlo mejor. La mirada fría y penetrante que podía contemplarse a través de los ojos verdes distaba de la mirada brillante que tanto adoraba. Era como si Rodrigo pudiera enviar un gélido aire con solo observarla, tanto que percibió que sus vellos se erizaban, sintiéndose incapaz de seguir viéndole. Se obligó a agachar la mirada en una mezcla de miedo... de culpa... y de estupefacción.

—Ya es... —Hizo una pausa—. Ya es la segunda... es la segunda vez que me tratas así. Y no... ¡No me gusta! ¡No me gustas cuando te portas así conmigo! —dijo rápidamente cogiendo el polo y su bolsa.

Melodías y Ambrosías [Saga Ansías 2] [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora