OCHO

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Cuando mi padre entró a la habitación yo estaba hecha un mar de lágrimas, con las manos temblorosas y hecha un ovillo en el suelo.

- Madre mía Jess ¿Qué sucedió? –Dijo entrando en pánico.

- Papá –Sollocé lanzándome a sus brazos.

- Jess por favor cariño dime ¿Qué sucede? –Insistió acariciando mi cabello– Tengo información sobre Frank.

- Yo también –Intenté tranquilizarme un poco.

- ¿Qué sabes? –Sonó preocupado.

- Está en un hospital en esta ciudad –Solté.

- ¿Cómo lo sabes?

- Me ha llamado Delilah, se disculpó por desaparecer y me dijo que no sabía cómo decírmelo –Mi padre me abrazó fuerte.

- Me han dicho lo mismo, que ha estado un poco enfermo...

- Perdón papá, me sentí fatal cuando me lo dijo, yo no sabía que estuviera enfermo –Besó mi cabeza.

- Mañana mismo iremos donde él –Intentó tranquilizarme.

- ¿Crees que esté bien?

- ¿Ella no te ha dicho nada más?

- No, sólo eso y luego colgó –Me acerqué a su cuello.

- Debe estar bien entonces, quizá ha sido algo no tan grave –Besó mi cabeza y nos quedamos en silencio.

Esa noche no pude conciliar el sueño, no dejaba de pensar en Frank, me preguntaba por qué estaba en un hospital y también tenía miedo de hablar con él, de enfrentarnos una vez más.

- No dormiste ¿Cierto? –Preguntó mi padre cuando íbamos en el auto que nos llevaría al hospital.

- No –Confesé.

- No puedes hacer eso Jess, recuerda que en nada es tu cirugía –Asentí.

Llegamos al lugar y yo tomé fuertemente a mi padre por el brazo, estaba en extremo nerviosa, no sabía ni siquiera como iba a comenzar.

- Adelante, tiene poco tiempo –Me guio, supuse, una enfermera.

- ¿Hola? –Solté cuando estuve en aquella habitación y la mujer cerró la puerta tras de sí.

- Hola –Entré en pánico nada más oír su voz, intenté encontrar la camilla, pero choqué con algo –Es un mueble –Dijo tranquilo.

- Lo... Lo siento, soy muy torpe –Dije sin moverme más.

- Dame un minuto –Escuché que se movió un poco– Aquí –Electricidad recorrió mi cuerpo cuando sentí su mano tocar la mía– Siéntate –Tanteé un sofá más grande de lo normal para un cuarto de hospital.

- ¿Cómo estás? –Giré mi cuerpo en la dirección que creí estaba y choqué con su cuerpo.

- Me sentaré aquí –Dijo, y me moví un poco en dirección contraria para no incomodarlo– Y estoy bien –No sabía si creerle.

- Me asusté mucho cuando supe que estabas hospitalizado.

- Son bobadas –Le restó importancia a la razón de estar ahí– Ha sido una intoxicación, pero todo está bien ahora, espero salir mañana.

- Te llamé...

- Me lo dijo ayer, dime ¿Cómo estás tú? Supe que te van a operar, me alegra –Sonaba distante, extraño.

- Sí, en 2 días me operan... Frank...

- ¿Sí?

- Perdón –Busqué su mano, sin éxito.

Querido PsicólogoWhere stories live. Discover now