TREINTA Y DOS

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- No inventen, la casa está como para película de terror –Dijo Lucre en la entrada, apenas regresábamos de cenar

- Pues alucen con sus celulares –Carlos era el primero en entrar

- Se va a terminar la batería, tengo 40% apenas –Se quejó Ian

- ¿En la casucha no quedaron velas de lo de Juli? –Preguntó Clara a Lucre

- Cierto, pero yo ni loca me arrimo a ese lugar así de oscuro –Respondió ella

- Yo voy ¿Me acompañas por las velas? – Me pidió Roger luego de notar que estaba más oscuro de lo esperado

- Seguro –Dije haciendo señas a las chicas de que regresaba en un segundo

- Dejémoslos solos –Se burló Carlos

- No le hagas caso –Me dijo bajito Rodrigo

- Está demasiado oscuro –Le dije luego de andar un par de metros dentro del camino que llevaba a la casita

- ¿Tienes miedo? –Se carcajeó

- Claro que no –Lo tome por la parte baja de su camiseta

- Ven aquí –Pasó su brazo por sobre mis hombros– Cuando mi hermana era muy pequeña y veníamos aquí, de noche íbamos a escondidas a la vieja casa y ella siempre terminaba llorando cuando le contaba la historia del viejo con el ojo de canica...

- Cállate Rodrigo –Dije sintiendo un escalofrió que me hizo pegarme más a él

- La historia era mentira y mi madre me castigo dos semanas cuando se enteró –Reí

- ¿Siempre has estado mal de la cabeza? –Se carcajeó

- Si ¿No recuerdas el videojuego de terror que las obligaba a jugar y luego las hice jurar que jamás se lo dirían a mi madre? –Era verdad

- Ah ya lo recuerdo y también cuando nos encerraste en el sótano de la casa en que vivían antes de que tu papá construyera la de ahora.

- Que buenos recuerdos –Se burló

- También recuerdo que te encerramos en la piscina como venganza –Me reí

- El trauma de mi vida, creí que moriría.

- Y luego te hiciste adolescente y nos ignoraste –Pasó su bazo de mis hombros a mi cintura

- Te odiaba por gustarte –Reímos

Entramos a la casita y con la lámpara del móvil logramos encontrar las velas.

- Jess –Susurró de pronto, cuando se inclinó para sacar la bolsa con las velas del fondo

- ¿Qué? –Susurré también

- Mira eso...

- Cállate Roger, no va a funcionar –Dije sintiendo un poco de miedo

- No, no, es en serio –Sonaba serio así que me acerqué, sacó la mano envuelta en lana negra y grito haciendo que mi cerebro activara los reflejos de huida

- Idiota –Grité empujándolo y haciéndolo caer de espaldas ya que solo estaba en cuclillas

Enfadada comencé a caminar de regreso a la casa, rápido.

- Jess espera –Gritó dando un portazo y corriendo hasta llegar a mí

- Vete al carajo –Dije seria

- No seas así –Me tomó por el brazo y me zafé

- Jess –Dijo alcanzándome de nuevo

- Déjame en paz Rodrigo –Lo empuje por el pecho y tiró de mi brazo de nuevo, caminando de espaldas

Querido PsicólogoWhere stories live. Discover now