;Capítulo 3;

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Lydia estaba aprovechándose de la situación, Stiles lo sabía y eso literalmente lo estaba cansando. ¿Cómo una chica de diecinueve años puede ser tan inmadura?

– ¿No harás lo que te digo?– Le dirigió la palabra a Stiles, con el ceño fruncido, demostrándose enojada, pero por dentro lo estaba disfrutando– Es lo que los niñeros hacen, ahora hazlo.

– Sí, por supuesto que es lo que los niñeros hacen...pero...¡Para un niño de seis años!– Exclamó, cansado de la autoridad de la rubia fresa. Soltó un bufido antes de volver a hablar–. Lydia, por última vez, no te leeré "La Sirenita" antes de dormir.

La chica apretó sus puños, frunció su entrecejo y arrugó su boca; formando un puchero para después pegar un golpe al piso con su pie. Haciéndola ver una pequeña niña encaprichada con un muñeco.

– Agh, ¡Está bien!– se dió por vencida–. Al menos...¿Podrías llevarme a la cama? No sé dónde deje mi bastón blanco y...– no hizo falta que siga hablando, Stiles le agarró de la cintura para guiarla a su habitación y acostarla en la cama, sin necesidad de desvestirla o algo -gracias a Dios- , ya que estuvo todo el día en pijamas.
La tapó hasta sus hombros con unas sábanas y apagó la pequeña lámpara que se encontraba en su mesa de luz. Cuando estaba a punto de cerrar la puerta para irse y que la chica esté en manos de su hermano, se dió vuelta; lo que fue un gran error para él.

Subió al segundo piso de la casa, entrando a la biblioteca para sacar el tan conocido libro.

– «Ariel era una curiosa sirena que vivía en los cristalinos océanos...»– empezó el chico de lunares.

– ¿Qué estás haciendo?– frunció el ceño mientras se sentaba en su cama, dirigiendo su vista hacia el lugar donde la voz hablaba.

– Estoy leyéndote, ahora calla– la regañó, volviendo a la lectura, mientras que Lydia se volvía a recostar para escuchar la narración del chico.

A la ojiverde le causaba risa como Stiles opinaba y hacía exclamaciones del asombro sobre el libro, ya que no era tan parecida a la historia de la película, esta era mucho más...macabra.
Ariel, estaba enamorada del príncipe Eric, y da su voz a cambio de piernas, pero hay una parte que no muchos sabían, Ariel debía sentir como vidrios se clavaban en sus pies cada vez que caminaba. El dolor y la desesperación de no poder hablar era tan inmenso, que no pudo conseguir al príncipe, ya que se había ido con otra. Eso fue suficiente para Ariel, la pelirroja se suicidó tirándose al mar, hasta convertirse en espuma.

– Wow...esto fue...un golpe a mi infancia– dijo después de unos minutos de silencio mirando a la nada.

– ¡Otra vez!– chilló Lydia, emocionada.

–Tú– dijo señalándola–, Tú estás loca mujer– cerró el libro y lo dejó en un costado del escritorio–. Suficiente lectura por hoy. Descansa bien, nos vemos mañana– Stiles se acercó inconscientemente a Lydia, agachándose un poco para darle un beso en su frente. Luego de lo que hizo abrió los ojos cómo platos y se alejó un metro atrás, intentando descifrar la expresión de ella, pero nada; ningún tipo de expresión, por lo que dedució que dormía...« O tal vez había muerto» pensó Stiles. El aire había entrado a sus pulmones al tocar su pecho y comprobar sus latidos, hubiese sido trágico que en el primer día ya la haya matado.

Apagó la luz de vuelta, antes de cerrar la puerta, le pegó una mirada – Descansa, Ariel– susurró.

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Love without looks  △ Stydia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora