¿Oya?

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Besos se deslizaban desde el límite del labio, pasando por la barbilla hasta llegar al hueco del cuello y bajar más aun hasta el hueso de la clavícula. Sus manos no podían estar quietas, necesitan impregnarse del calor del otro cuerpo que se pegaba a la perfección a él. 

Aquel cuerpo tan dócil en sus brazos, tan frágil y elegante que se entregaba por completo, solo era él quién podía hacerle sentir de esa forma, los músculos que se marcaban de forma sutil pero definida bajo aquella piel más blanca que la suya, realmente le hacía enloquecer. 

Escuchó que a lo lejos alguien golpeaba la puerta de entrada y tocaba el timbre, seguramente sería el departamento de su vecino, no el de él. Continuó degustando a su pareja hasta que volvió a escuchar aquel ruido molesto.

-Bo... Bokuto-san... -escuchó su nombre salir en un gemido- Boku... to-san -lo apartaron de su objetivo- alguien está llamando a la puerta.

El chico con el pelo en punta chasqueó la lengua, se apartó a regañadientes de Keiji y subiéndose los pantalones fue hasta la puerta de entrada para echar de ahí a cualquiera que osara en interrumpir su rutina de apareamiento con su novio. 

Akaashi se acomodó un poco la camisa y se sentó en el sillón de una forma más presentable que como había estado antes, aun seguía con la cara un tanto acalorada y a pesar de que no hizo ningún comentario, también quería que Bokuto despidiera a quién los estaba interrumpiendo. 

El chico de ojos dorados abrió molesto la puerta y chasqueó la lengua.

-Bro, no es buen momento, lárgate. 

Frente a él se encontraba un nervioso Kuroo que tenía la mirada entre perdida y confundida, se notaba que había pasado su mano por el pelo más de lo habitual, hasta el punto de haber cambiado la dirección de unos cuantos cabellos en su típico peinado. Notó de inmediato que algo estaba mal.

-Bro... tienes que ayudarme -su voz sonaba desesperada, jamás podría decirle que no a su amigo.

-Oye, te ves mal, pasa -se hizo a un lado para que el moreno pudiera pasar pero algo que estaba al lado de él le llamo la atención- ¿oya? ¿qué es eso?

Al lado de su amigo había una figura más pequeña, estaba tomado del pantalón de este  y su cara le era extremadamente familiar. Era un niño de quizás unos 12 años, un año más o uno menos, él era realmente malo adivinando la edad de la gente, pero aquel niño era delgado y llevaba un polerón que le llegaba más allá de las rodillas y tenía las mangas arremangadas un millón de veces, por lo que su aspecto era aún más frágil. 

A pesar de aquella primera impresión, si se fijaba en su cara tenía unos enormes ojos dorados que lo miraban como un igual, podía ver hasta cierto brillo de emoción en ellos, cosa que se contraponía a la manera en que su mano estaba agarrada fuertemente de la tela a su lado. Pero lo que más le llamó la atención fueron unos lentes negros, eran mucho más grande de los que debería estar usando para esa edad, pero las gafas le eran extremadamente familiares.

Miró a su amigo y luego volvió a bajar la vista hasta ese niño, su mente se iluminó con una idea que él consideraba brillante.

-¡Kuroo! este niño se parece a Tsuki -vio dolor y preocupación en los ojos gatunos y exclamó luego de que otro click sonara en su cabeza- ¡no me digas que fueron padres!

-¡Idiota! déjame pasar de una vez por todas -Tetsuro le empujó para poder entrar junto con el niño que le sonreía sarcásticamente.

-Kuroo-san -les saludó un Akaashi que por fin había terminado de arreglarse la ropa en una clara resignación de poder continuar con lo que había estado haciendo antes de que ellos llegara. Miró al niño rubio y entrecerró sus ojos- y este niño es... ¿el primo perdido de Tsukishima? 

Tsukimi (KuroTsuki) #HaikyuuAwardsWhere stories live. Discover now