CAPITULO 35: RECUPERARLA

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—Lo es.

—Y... —Fingió mirar algo detrás suyo mientras deslizaba su mano sobre la de ella en el suelo, acariciándola con la yema de los dedos—. Sobretodo con todo en lo que está ayudando a Taylor, eres muy... considerada.

—¿De qué hablas? —Lució confundida, la sonrisa borrándosele del rostro y frunciendo el entrecejo en búsqueda de alguna respuesta lógica—. No están haciendo nada malo. Hunter no es así.

Reece estalló en carcajadas y meneó la cabeza ligeramente sin poder evitarlo, como si acabase de oír el mejor de todos los chistes. ¿Qué pretendía Amy? ¿Que Hunter era un niño inocente y frágil?

—¿No te has puesto a pensar nunca por qué le tienen tanto miedo al pequeño Hunter? Vamos, Amy, cualquiera hubiera sacado conclusiones en tu lugar.

No importaba si antes Nowell solía ser un niño impulsivo y rabioso que hacía lo quería, y que ahora fuese distinto. Reece estaba tan molesto y furioso con su amigo por haberle arrebatado a la mujer que amaba como para detenerse a pensar en verdades, mentiras y crueldades. Hunter no había pensado en él cuando se entrometió con Amy, ¿por qué hacerlo Reece ahora?

—Reece, ¿a qué quieres llegas con esto? —bufó abatida.

Se inclinó hacia ella y entornó los ojos con malicia. Quería hacerla entender a fuerza de palabras de que la realidad era distinta. ¿Por qué no podía quererlo a él?

—A que tu dulce bebé no es quien crees. ¿Sabes al menos qué demonios hace con Taylor un viernes por la noche cuando todos están aquí disfrutando?

—Pues lo conozco bien, no haría nada malo.

Deslizó la mirada por el rostro de Amy y sonrió.

—Eres tan ingenua... —murmuró apenado—. Pero si me crees a mí, quizá debas preguntárselo a Drake.

—Creí que Hunter era tu amigo —rebatió ella de igual forma antes de ponerse de pie. Se agitó el cabello y dijo solo algo más antes de girar, dejándolo solo una vez más—. Si tienes algo que decírmelo, sólo hazlo y déjate de misterios.

Quizá esa no era la forma de hacerle entender. Y tampoco quería perderla tan pronto, así que se limitó a ponerse de pie y regañarse por haber dicho tanto sin fundamentos. Lo único que faltaba era que Hunter se enterase de todo aquello y lo desapareciera del mundo.

Claro que no. Reece Wood no le tenía miedo a Hunter ni un poco, porque lo conocía. Podía lucir malo y haber tenido algunos encuentros muy jodidos, pero Nowell sería incapaz de hacerle daño a él.

—Bien, lo siento —bufó al llegar a ella y tomarle el brazo—. No quiero entrometerme entre ustedes —mintió.

Había intentado conversarle y arrebatarle alguna frase, porque de pronto lucía reacia y fría a él una vez más. Así que pasaron largos minutos  juntos y caminando, aveces en silencio, hasta que llegaron a una casa mediana y moderna, preciosa con una piscina en la segunda planta. Incluso entró y quedó tan encantado por el lugar como molesto con Taylor por no haberle dado algo parecido. Claro que donde Reece se quedaba no estaba nada mal... Subió con ella, detrás, y apenas quedaron a pasos de distancia de la habitación cuando ella lo detuvo.

—Estoy cansada —dijo ella solo por cortesía—. Te veo mañana, quizá.

Y Reece había prometido no dejarla ir tan fácil. Apenas ella avanzó, la tomó del brazo y la acercó a él tan rápido como firme. La abrazó y la mantuvo cerca suyo mientras intentaba mantener aquel recuerdo para siempre. Guardó para sí aquel instante que duraría en su mente hasta el final. Inspiró aquel delicioso aroma que le encantaba y su mano subió por el suave y tenso cuerpo de Amy.

—Ya basta, suéltame.

¿Qué importaba si aquel abrazo duraba horas? Con el corazón latiéndole desbocado y la respiración entrecortada, tomó una larga inspiración en el preciso instante en el que, cuando Amy se alejaba de su cercanía, sus ojos venían la imponente figura de Hunter Nowell acercándose serio y firme hacia ellos.

—Reece.

Suspiró cansada, mirándolo incluso culpable cuando recibió la dura mirada de su amigo.

—Hunter... —murmuró al ver cómo el otro deslizaba la mano por la cintura de Amy con marcada firmeza antes de darle un beso largo y pasional—. ¿Tan pronto aquí? —Se burló en un desesperado intentó por detener aquella escena de amor—. Creí que tardarían más.

—Es asunto de Tay, no mío —Y cambió de tema—. Nos vemos mañana.

Se quedó a pocos centímetros de distancia de aquella habitación y viéndolos entrar entre mimos mientras pensaba repetidas veces que, si no hubiese arruinado la situación con Amy, sería él quién en ese instante estaría disfrutando feliz.
El alcohol hacía que su cabeza le diera vueltas, pero aquello le dolió tanto que se sintió tan miserable como impotente. Suspiró acongojado repetidas veces y se sacudió el cabello con fastidio cuando, después de largos que pensó interminables e infinitos segundos, oyó las voces aumentar.

—Hunter, no hacíamos nada. Él solo vino y ya, ¿en serio estás tan molesto? —La oyó decir entristecida.

Sus ojos se cerraron y quedó tan quieto para no causar ningún ruido que contuvo incluso la respiración en el intento.

—¡No eres tú! Amy... Es mi amigo, pero verlos así sabiendo que tuvieron algo juntos, y que incluso podrías gustarle, me molesta. Entiéndeme, ¿quieres?

Y lo odió una vez más.

Tanto la furia como el dolor de un corazón roto causaron en él un sensación desagradable en su interior. Deseaba tanto retroceder el tiempo y cambiar las cosas que cada vez alguna solución se le hacía imposible.

¿Cómo podía hablar de él como si realmente se hubiese entrometido en aquella relación? Bien, había estado muy quieto y cobarde demasiado tiempo, sin pelear ni hacer valerse como para desear estar aún de brazos cruzados. No iba a permitirlo más.

Con furia y pisando fuerte, tiró la puerta de golpe y tomó su teléfono celular con la respiración agitada por la ira. Enfurecido, marcó un número específico sin dejar de aborrecer a Hunter con todo su ser. Haría lo imposible por recuperarla.
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No falta mucho (serán máximo 10 capitulo, menos) para que termine SDD. Espero les guste!!

Qué creen que quiera Reece con Anne? Dejen sus hipótesis aquí 🔜 Y nos leemos pronto!!

Su dulce debilidad ©Where stories live. Discover now