CAPÍTULO 15: JUGANDO

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JUGANDO

Unos ruidos lejanos y voces conocidas empezaron a despertarlo. Reece apenas entreabrió los ojos un poco y volvió a quedarse dormido. Soltó un resoplido cansino, rodando en su cama de manera inconsciente cuando se topó con un cuerpo más pequeño y delgado. Levantó la mano y, sumergido en el mundo onírico, deslizó los dedos suavemente sobre la suave pierna que se enrollaba alrededor de su cintura. Fue entonces, cuando sintió la fría piel de Amy quemarle, cuando empezó a recobrar sus sentidos. Su mente despertó tan lentamente que le tomó un minuto notar en la situación en la que se encontraban.

Entonces sucedió.

Reece abrió los ojos con pereza y, en el preciso instante en el que sus ojos se posaron sobre el tranquilo rostro de Amy a centímetros de distancia del suyo, la puerta de la habitación se abrió en ruidosa desmesura y alguien encendió la luz de manera simultánea.

―¡REECE, HORA DE LEVAN...

Se talló los ojos con molestia, dejando que la castaña se acurrucara contra su pecho por la molesta luz que les quemó los parpados cuando giró a ver quienes eran los idiotas que fueron a molestarlo tan temprano.

―¿Qué diablos hacen aquí tan temprano? ―cuestionó molesto a sus tres amigos que lo observaban bajo el marco de la puerta.

Ninguno les respondió y, para su molestia, tampoco se fueron. Uno lo miraba socarrón, otro sorprendido y, por último, tenía una furiosa mirada encima suyo que parecía querer asesinarlo allí mismo. Se quedó mirándolos fijamente a la espera de que se fueran sin tener que desperdiciar energías dándoles órdenes. Sobre todo porque no quería que ella se despertara aún, estaba muy cómodo entre aquellos brazos como para querer levantarse de la cama.

Hunter, sin dejar de dirigirle una sonrisa cómplice, se paseó por toda la habitación observándola como si estuviese frente a él algo curioso.

―No lo puedo creer, y ayer decías que ella te importaba una verdadera mier...

―Hunter, vete de aquí ―espetó molesto y ansioso cuando Amy soltó un suspiro sobre su cuello, haciéndole cosquillas―. Los tres afuera.

Las manos de Amy sobre su pecho y los delgados labios rozándole la nuca, no hicieron más que ponerlo aún más nervioso frente a sus amigos.

―Drake va a enojarse mucho cuando se entere de que te metiste con su hermana ―canturreó el susodicho―. ¿Verdad, Tay?

Estaba empezando a molestarse realmente. ¿No podían solo dejarlo dormir un poco más? Es más, quería que desaparecieran antes de que terminara por enfurecer. Reece Wood cerró los ojos por un par de segundos y suspiró lo más profundo que pudo antes de decidirse a decir una respuesta sumamente calmada.

―No vamos a hablar de esto aquí ―logró decir Reece entre los dientes, aunque con la voz algo enronquecida―. Espérenme afuera, salgo en unos minutos.

―Como quieras, Reece ―espetó Jackson con fastidio.

¿Qué demonios le sucedía a ese idiota? No era su culpa que él no tuviese diversión.

Pero aquel arrebato le molestó tanto que no tardó ni diez minutos en levantarse, asearse y salir al salón de la casa, despotricando contra sus tres supuestos amigos que no dejaban de gritar en su propia casa.

―¿Puedo saber qué hacen aquí? ―soltó con desgano, pensando en lo bien que podía estar durmiendo en ese momento.

―Son las nueve de la mañana y como estábamos por aquí... ―fue lo único que respondió Taylor que apenas le prestaba atención―. No queríamos que te quedaras tan solo pero parece que estás muy bien acompañado ―Solo entonces levantó la cabeza y sonrió a Ross ampliamente―. ¿O no, Jake?

Su dulce debilidad ©Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum