Una entre tantas

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Todo era oscuridad, todo el mundo se había convertido en oscuridad, haciendo que cada persona brillara por sus virtudes: la bondad, la gratitud, la abnegación, la valentía...

Todas las personas brillaban, casi tanto como el sol brilló una vez. Todos tenían una virtud que los hacía notar. Todas las personas brillaban... o eso se creía, porque entre tanta luz, no se llegaba a ver a una chica, a una diminuta chica que no tenía luz, que no brillaba. Ella lloraba, se sentía impotente, no sabía cómo era posible que no tuviese ninguna virtud, aunque debió de darse cuenta antes, ya que todo el mundo le fallaba y se iba de su lado, ya que nadie nunca había sido capaz de estar para ella siempre, porque todos al fin y al cabo siempre se iban, y aunque luego volviesen, ya la habían fallado. Quizás fue eso lo que hizo que se consumiera en su propia oscuridad sin apenas notarlo. 

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