12 Llamadas perdidas

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Obtienes números telefónicos, citas, amor, diversión. Todo de manera tan rápida y fácil, ofreció Gabriela. Una amiga del colegio.

Yo tenía un trato con ella, si yo lograba descubrir que su novio le era infiel. Ella me obsequiaría su chip telefónico con todo el saldo incluido, que al saber su saldo me había preguntado si tal cantidad era posible en un chip telefónico. Y bueno, también seria propietaria de sus contactos telefónicos que ella tomaba de personas que ofrecen su soltería y sus sentimientos, por medio de una estación de radio. Aquello siempre me parecía muy patético.

Gabriela me mostró un sistema que debía seguir, algo para que "el pez muerda el anzuelo". Yo acepté con facilidad, después de todo en su plan sistemático yo debía fingir. Entonces para mí todo se encontraba bien. Porque sentía que era otra persona, lejos de mí. Lo que debía fingir era alguien muy diferente de mí y me resultaba fácil por supuesto

Para que muerda el anzuelo, debía proveer de una declaración de amor. Antes de esta, debía enviar mensajes románticos, los cuales él los aceptaba con agrado, y mucho. Como era una declaración actuada y él no podía conocerme, porque aquello nada fue de frente. Lo hice, imaginando que era una escena de un teatro. Y la idea me maravillaba.

No dije mucho y el chico se lanzó emocionado, con ofertas de una relación "privada". Infeliz, eso serás; decía para mis adentros. Pues me sentía molesta, porque Gabriela era mi amiga, y yo ser testigo principal de aquella deslealtad amorosa, nada más obtenía desagrado. Entonces, todas las suposiciones de Gabriela fueron ciertas, al parecer el chico de la alevosía oculta, ya venía haciendo aquello hace tiempo.

Con la epopeya desagradable, de su propio plan descabello en acción, Gabriela descubrió que su novio le era infiel. Lo que para mí significaba un chip telefónico nuevo y un saldo casi ilimitado. Cumpliendo el trato, efusiva abrace a esta amiga a pesar de que ella se encontraba triste y avergonzada. Me sentía mal ser portadora de un diminuto objeto con causas negativas, aun así este sentimiento se desvaneció y mi vida prosiguió.

El primer punto, para apropiarme netamente de aquel chip, procedí a excluir varios números telefónicos que no me servirían. Entre esto, llegué a dos contactos telefónicos de personas que se habían presentado en la estación de radio, y que estos se mantenía sin hablar con mi amiga Gabriela.

Con la fortuna del juego a cara o cruz, de una moneda de diez centavos, fue eliminado un contacto. Y el otro lo guarde, con el fin de pasar divertido. En algún momento necesitas hacer bromas y no tienes a quien llamar, me aseguré.

Un día ya sin conocimiento de en qué invertir todo el crédito de mi celular, empecé una conversación muy vaga con aquel contacto telefónico, no eliminado. Quise esperar para un juego o una broma, mas planificada. Era ese tipo de cosas que me llenaban aquellos días. Sin embargo, jamás lo hice. Yo nunca tuve el valor suficiente. A medida que conocía a aquella persona en inicio por mensajes, olvidaba constantemente los planes de una broma subliminal. Después todo avanzo tan de prisa, empatizamos al llamarnos, al querernos. Y al final sufrió una metamorfosis del tipo de Kafka.

Como lo han deducido, ese número telefónico fue Damián.


EL, casi secreto.Where stories live. Discover now