–Puedes poner cualquier cosa de la radio, también tengo discos en la guantera.

Me permití cotillear un poco y, para mi sorpresa, tenía "Meteora" y "Hybrid Theory", los mejores discos de Linkin Park para mi gusto, así que puse "Meteora" (el mejor entre los dos) y me puse a buscar "From the inside". La canción comienzó a sonar y ambos la canturreamos como si nos fuera la vida en ello.

Sonaron cuatro o cinco canciones más antes de llegar al aparcamiento del centro comercial. No tenía ni idea de a qué habíamos venido, pero una parte dentro de mí no quería alejarse del coche. Nos dirigimos a una heladería, donde yo me pedí un batido de chocolate con nata y Ben un helado de menta con chocolate.

–¿Y bien? –pregunté después de dar un sorbo al batido– ¿Qué vamos a hacer aquí?

–Vamos a encontrarte un chico, ¿te has traído el móvil?

–Sí, lo tengo en la mochila –respondí, a lo que comiencé a buscarlo.

Ben se quedó mirando cómo lo buscaba y de pronto señaló hacia la mochila.

–¿Qué es eso? –preguntó, y yo alcé la mirada para saber a qué señalaba. Saqué el panfleto del baile de Halloween y él asintió.

–Es un baile que van a hacer en mi instituto para Halloween. No tengo muchas ganas de ir, pero mi amiga Patty ha insistido mucho y Oliver y yo vamos a acompañarla.

–¡Perfecto! Vamos a conseguirte una cita para ese baile. A no ser que tengas pareja ya.

Negué de todas las formas posibles aquella frase, Ben sonrió y me propuso lo siguiente:

–A partir de hoy hasta el día del baile vamos a intentar conseguirte una cita.

***

–¡Es el tercero con el que lo intento! ¿Ves? Por eso paso de los tíos, son idiotas y no pillan las indirectas.

Ben intentaba no reírse, y tenía la cara roja de aguantarse las ganas de hacerlo, lo cual me puso más enfadada.

–Es que... le has tirado el perrito caliente encima... -continuaba con su inútil intento de disimular.

–¡Se me ha resbalado! No es mi culpa que la bandeja estuviera tan grasienta. ¿Podemos irnos ya?

–Esta vez iremos a una tienda de discos, a ver si se a tu próxima víctima se le cae una estantería encima.

La sola idea me aterraba, así que le pedí descansar por hoy. El primer chico con el que lo intenté estaba en la misma heladería que nosotros, y salió despavorido en cuanto le pregunté, aunque creo que mi forma de invitarle a un baile no fue la correcta, casi se le cae el helado en los pantalones. El segundo estaba en un pasillo del centro comercial, iba a hablarle y me tropecé con algo que había en el suelo, cuando me levanté observé que me miraba con cara de pena y seguí andando hasta sentarme en un banco y esperar a que Ben me siguiera. El tercero... En fin, otro fracaso.

De vuelta al coche Ben puso la radio y yo no tenía muchas ganas de hablar, me sentía ridícula y  él seguía con la cara roja de reír. En el fondo lo había pasado bien, y hasta yo misma me empezaba a reír, recordando lo sucedido unos minutos atrás. Cuando él vio que me empezaba a reír, estalló en carcajadas, como si mi risa fuera la señal de que podía reírse libremente.

La radio, a pesar de estar encendida, daba la sensación de que se estaba apagando, de que cada vez se escuchaba menos, y yo solo podía escuchar su risa. No habíamos salido aún del aparcamiento cuando tuve que sujetarme la barriga porque ya empezaba a doler.

Enséñame a amarWhere stories live. Discover now