Capítulo 7: Secretos

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Cuando despertó, se hallaba acostada y bien arropada en su cama, en la cama de la cabaña de sus humildes y queridos anfitriones. Al sentir la rugosa textura de las mantas, emitió un prolongado suspiro: todo había sido un sueño, ¡pero muy raro! Sonrió para sí, pensando en a qué podría haberse debido todo ello. En eso, notó que todo estaba oscuro, pues por la puerta del cuarto, una luz rojiza se filtraba. Entendió que ya era de noche. Sin embargo, no había ningún niño acostado aún. Si bien le extrañaba el hecho de que no recordara el momento en que había ido a la cama esa tarde, no quiso darle mayor importancia: el sueño la había dejado tan confundida, que en lugar de preocuparse, decidió levantarse a beber un vaso de agua. Además, si los demás estaban despiertos, podría preguntarles qué había pasado.

Así fue como toda la familia la vio salir con cara de sueño, pero con una tierna sonrisa en el rostro, de la habitación de los niños.

Todos se levantaron de golpe, para acercarse a ella, llenándola de preguntas, que la muchachita no acertaba a entender.

— ¿Estás bien, querida? —preguntaba Kalin, mientras le tocaba la frente con el dorso de la mano, como controlando su temperatura.

— No ha comido en horas, Kalin, hay que darle algo para que recupere sus fuerzas —acotaba preocupado Dorteb.

— ¡Ya despertó, ya despertó! —gritaban contentos los más pequeños, sonriendo y saltando con los brazos en alto.

Tenor se había parado, igual que los otros, pero había permanecido en su sitio en la mesa, sin emitir comentario alguno. Su mirada triste y expectante eran más significativos que cualquier dicho.


Cuando toda la algarabía pasó, Madelín por fin pudo hablar. Ya se encontraba sentada a la mesa junto a los demás, con una jarra de leche humeante y una hogaza de pan con queso. Todos la miraban expectantes, lo cual la incomodó un momento. Pero entonces se impuso nuevamente a la situación, y habló.

— ¿Q-qué fue lo que pasó? —preguntó, sin comer aún, como queriendo decir "¿por qué están tan preocupados? ¿qué pasó antes de irme a la cama? Porque no recuerdo nada y creí que sólo sería el cansancio". Sin embargo, se rehusaba a admitir que todas sus preguntas querían desembocar en una en especial... pero que finalmente soltó, casi sin darse cuenta que pensaba en voz alta—. ¿N-no fue un sueño lo que pasó en el río?...

En eso, todos se giraron hacia Tenor.

El pequeño volvía a tener su expresión seria. Y asimismo respondió a la niña.

— Te encontré desmayada junto al... río.

— Y te trajo a casa, igual que la primera vez —continuó Kalin, sin ocultar el orgullo por el actuar de su hijo.

— De eso, han pasado casi ocho horas sin que lograras despertar —comentó Dorteb—. Nos tenías muy preocupados —dijo, en un tono algo gruñón, desacostumbrado a expresar sus sentimientos.

La princesita se encontraba muy apenada. Y su carita la delató. Por eso, Kalin la rodeó con los brazos, conteniéndola en su regazo y con cálidas palabras de mamá. Madelín no sentía ganas de llorar, pero el abrazo se sintió tan placentero, que decidió permanecer así todo el tiempo que fuera a durar.

No obstante, nadie había podido responder a su última pregunta. ¿Cómo o por qué se había desmayado?

Los demás, de todos modos, no parecían preocupados de tal asunto. Era como que el hecho de que hubiera recobrado la conciencia, y se encontrara sana y salva entre ellos, era más que suficiente para sentirse felices y tranquilos. Pero Madelín, aun entre los brazos de la mamá, logró captar algo extraño en Tenor: su mirada se hallaba como perdida, mirando hacia la mesa, como si estuviera sumido en una profunda pena. La niña sintió que la amistad entre ambos había crecido al punto en que el pequeño sufriría mucho si a ella le pasara algo. Eso la hizo estremecerse un instante: sentir el amor puro de alguien era algo nuevo para ella, acostumbrada a recibir elogios, cumplidos, atenciones y regalos, pero todos desprovistos de sentimiento. Conmovida, se acurrucó con mayor fuerza entre los brazos de Kalin.

MadelínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora