Déjame Odiarte [40]

Start from the beginning
                                    

—¿Dónde está Matthew? —pregunta irritado, al igual que yo. ¿De verdad? ¿sólo eso?

—¿Acaso no has escuchado nada de lo que acabo de decir? No os necesito a ninguno, dejarme vivir.

Y sin escuchar su respuesta —la cual seguramente no me hubiera dado— me dirijo a la puerta del baño. De repente, un grupo de chicos bastantes borrachos entran y al verme me rodean tocándome más de lo permitido y gritándome barbaridades. Cuando uno de ellos es capaz de arrebatarme la blusa que aún llevo en las manos, me desespero, por lo que empiezo a gritar.

Enseguida, noto cómo alguien pone un tela de ropa encima de mis hombros, cubriéndome de los demás. Rápidamente me saca de allí. Will me guía por entre las personas arrastrándome velozmente hacia la salida mientras el resto sigue a lo suyo sin percatarse de nada. Antes de lo imaginado, el frío aire me envuelve completamente haciéndome saber que nos encontramos fuera.

—Vamos, el coche está por ahí.

Observo a Will mientras me guía hacia su coche mientras intento seguir sus pasos. Ahora, de espaldas a mi, sus fornidos músculos —todavía tensos— se aprecian mucho más que antes. Al desprenderse de su camisa—la cual me cubre—, su larga y extensa espalda aparece ante mi. Sus preciosos lunares se extienden en ella igual que las pequeñas estrellas lo hacen en el manto azul que ahora mismo es testigo de todo esto.

Joder, William está buenísimo, ¿cómo no me había dado cuenta antes?

¡No! !No puedo decir eso! Malditas hormonas, maldito alcohol.

—Vamos Kimberly, sube.

De una forma muy penosa y casi sin fuerzas, consigo deslizarme dentro del coche. Cuando me siento, el sueño se apodera de todo mi cuerpo. Todo el coche se queda en silencio cuando su propietario entre en él, provocando que sólo la música de fondo se anime a interrumpir. Pero de repente un golpe me sobresalta provocando que vuelva a la realidad; Will agarra el volante con fuerza—el cual acaba de recibir un golpe— provocando que sus nudillos se encuentren blancos. Está enfadado, vaya. Demasiado. Una sensación de pánico y alerta inunda todo mi sistema sin poder evitarlo: Carter siempre se encontraba enfadado después de beber. Y eso es algo que sé muy bien. 

—¡Joder Kimberly! —grita esta vez provocando que de un salto en el asiento— ¿Eres consciente de lo que acaba de pasar? ¿y si no llego a estar ahí? ¿qué hubiera ocurrido, eh?

—Bueno... pero estabas ahí. —pronuncio con cuidado, esperando su reacción.

Will me mira por primera vez desde que estamos dentro del coche. Y su mirada es fría.

—Y si no llego a estar, ¿qué? ¿se hubieran aprovechado de ti?

—William, puedo defenderme yo sola.

—¡Estás borracha Kimberly! —grita más alto esta vez.

Vuelve a girarse rápidamente hacia mi con uno de sus puños levantados. Inconscientemente, me echo hacia atrás en el asiento y lo observo con cierto miedo. En una milésima de segundo su expresión cambia radicalmente.

—¿Has... has pensado que iba a golpearte? —estoy segura de que el silencio le ha contestado— Mira, escúchame, Kim —se acerca a mi, posicionando cada mano a cada lado de mi cara. Sus ojos y mis ojos están en contacto—. No voy a permitir que nadie te ponga una mano encima, y eso me incluye. Jamás te haría algo que pudiera herirte, ¿de acuerdo? —su voz suena dulce, y sé que le está costando controlarse.

Asiento despacio. Will suspira y se va alejando despacio, volviendo a su anterior postura.
Pasamos unos segundos en silencio, hasta que escucho el motor del coche.
De repente, me doy cuenta de lo que está pasando. Antes de que pueda bajar el freno de mano, se lo impido.

Déjame Odiarte ©Where stories live. Discover now