Capítulo 24

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Eran las 6:37 a.m. y los leves rayos del sol anunciaba la llegada de un nuevo día. Franco se levantó ligeramente de la cama donde se encontraba Jade, trató de moverse con suma cautela para que la chica no despertara. Cogió su celular y marcó el número de Mike, quien atendió con pereza debido a la hora en que su amigo le había llamado, sin embargo su tono de voz cambió cuando el empresario le informó de todo lo sucedido.

-Llegaré tarde a la oficina, pero si necesitas algo no dudes en llamarme- aseguró Franco.

-Esta bien Franco, no te preocupes, deja todo en mis manos.

-Eso es lo que más me preocupa- expresó con diversión.

-Eres un idiota Franco- refirió con un carcajada- no tienes de qué preocuparte porque Brenda me ayudará si es necesario.

-De acuerdo hermano, muchas gracias- agradeció el castaño antes de finalizar la llamada.

-No cuelgues, quería preguntarte por... Ámbar, ¿sabes cómo está?

-¿Ahora te preocupas por ella?

-Sólo quisiera saber cómo se encuentra. Sé que he sido un estúpido cobarde por no aceptar que seré padre, pero ese bebé sigue siendo mío.

-Mike, si piensas que un padre es simplemente alguien que engendra, estás muy equivocado. Tal vez ese hijo sea tuyo y nadie lo niega, pero eso no te daría el derecho a reclamar nada por tu falta de responsabilidad.

-Sé que he sido un irresponsable Franco, lo lamento, pero creo que ya es hora de cambiar eso.

-Me alegra que quieras cambiar, pero me temo que es algo tarde para ti... Ámbar tiene un embarazo delicado, pero ahora ya está con alguien que vela por ella y le da el amor que quizá tú no le supiste ofrecer.

-¿Eso es mentira, verdad?

-Lamento decirte que nada de lo que he dicho es mentira.

-¡Maldición!, soy un idiota, nunca debí despreciar a Ámbar.

-Pienso que algún día podrías hablar con ella... es una gran mujer y dudo que te niegue el ver a tu hijo, sólo no cometas alguna estupidez.

-Está bien hermano, gracias.

-No hay de que, nos vemos en la oficina- finalizó la llamada.

El castaño regresó a la habitación donde se encontraba Jade y cuando la miró pudo notar que sufría. Se movía de un lado a otro de la cama, tenía el rostro cargado de lágrimas, su respiración estaba acelerada y la máquina que monitoreaba su ritmo cardíaco empezó a emitir un sonido alarmante.

-Cariño, despierta- cogió su mano, acariciándola con suavidad-. Tranquila, no dejaré que nada te suceda- le susurró al oído.

Ella enseguida abrió los ojos, fijando su mirada con los ojos del hombre al que innegablemente amaba.

-No quiero perderte Franco- refirió con la voz quebrada, aferrándose al cuerpo del empresario.

-No lo harás cariño- afirmó frotando delicadamente su espalda.

Ya eran las 7: 47 a.m. cuando Henry llegó al hospital. El rubio  había solicitado un permiso para faltar a su trabajo así que Franco le pidió que se quedará con Jade para que él pudiese ir a recoger a Valentina. Él se apresuró y fue por su hermana, quien le recibió con preocupación y bombardeándole con preguntas.

 Él se apresuró y fue por su hermana, quien le recibió con preocupación y bombardeándole con preguntas

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