Capítulo 15

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Aquel trío se encaminó sin apuro a la pequeña, pero acogedora, residencia de Jade. Durante el trayecto, el ambiente silencioso provocó una leve inquietud en la castaña, la cual fue percibida por Franco al notar sus dedos moverse con ansiedad, por lo tanto encendió el estéreo para escuchar algo de música. Unos cuantos minutos transcurrieron y al ver que Jade no se animaba a emitir palabra alguna, el empresario decidió iniciar una charla que resultó amena hasta que los tres llegaron a su destino.

-Gracias por todo Franco- la dueña de los ojos azules agradeció mientras cerraba la puerta de la habitación donde dejaron a Ámbar para que descansara.

-No tienes porqué agradecer, Ámbar es una mujer grandiosa y una muy buena amiga, además me ha dado consejos cuando lo he necesitado.

-No sabía que ustedes se llevaban tan bien.

-Sí, últimamente hablábamos mucho, sobre todo cuando yo iba a la librería, pero nunca supe que el bebé que espera es de Mike.

-Créeme, yo también me enteré después y tampoco sabía que Michael trabaja contigo- expresó dirigiéndose a la cocina.

-Él igual es mi amigo, aunque a veces no soporte su actitud- refirió sonriente, negando con la cabeza-. Ya tengo como 10 años de conocerlo y apenas llevamos 4 años trabajando juntos, pero pareciera que ha transcurrido toda una eternidad.

-Se nota que lidiar con su carácter es un reto- expresó ocultando el miedo que Mike le había provocado el día de ayer, cuando se presentó en la librería.

-No tienes idea, él realmente es un reto- afirmó meneando la cabeza.

-Ya lo creo, pero bueno... cambiemos de tema. Antes de irte, ¿te ofrezco algo de beber?- preguntó Jade abriendo el refrigerador, mientras él tomaba asiento.

-¿Ya quieres que me vaya?- cuestionó con esa sonrisa seductora que a la chica le resultaba imposible olvidar desde el día que lo conoció.

-Yo no dije eso- trató de defenderse-, supongo que tendrás muchas cosas que hacer y nosotras sólo te quitamos tu tiempo.

-Para mí, es un placer perder el tiempo... contigo- afirmó seriamente, eclipsando sus miradas, lo que causó que el cuerpo de la repostera se tensara y una ola de nervios la golpeara.

-No... me... dijiste qué te ofrezco de tomar- refirió aclarando su voz, tratando de ocultar su nerviosismo.

-Cierto, te acepto agua o jugo de naranja- respondió.

-Claro- sonrió tímidamente antes de extender su mano con un vaso con agua.

-Gracias.

Ella asintió con la cabeza, tratando de evitar el contacto visual con aquellos ojos que la hacían sentirse indefensa.

-Jade yo...- él estaba a punto de invitarla a salir cuando el sonido del timbre de la casa lo interrumpió.

-Discúlpame un segundo, ahora regreso- aseguró dirigiéndose a la puerta.

Una voz masculina se hizo presente y Franco inmediatamente pensó en aquel rubio del hospital.

-Huy, me temo que interrumpí algo- Henry atravesó el umbral de la cocina con una mirada casquivana y cargada de jovialidad.

-¡Claro que no!- exclamó Jade a sus espaldas-. Él es... él es Franco... Franco te presentó a Henry, mi primo.

-Mucho gusto- saludó el castaño estrechando su mano con la del chico.

-Igualmente- asintió alegremente.

-¿Y tus llaves Henry?- preguntó Jade cruzándose de brazos.

-Las volví a olvidar, hermosa- respondió con una sonrisa delatora, llevándose una mano a la nuca.

-Sí las vuelves a olvidar, te las colgaré y coseré en el cuello. Sabes muy bien que no siempre estoy en casa y Ámbar no se podrá levantar para abrirte.

-Está bien mamá, no las volveré a olvidar- declaró el rubio cogiendo sus llaves y guardándolas en su bolsillo.

-Más te vale- respondió Jade divertida, con una sonrisa que iluminaba su hermoso rostro.

-Bien primita, de nuevo ya me tengo que ir- indicó Henry sacando unos contenedores del refrigerador-. Hoy regreso algo tarde así que no me esperes para cenar, ¿si?- mencionó acercándose a Jade para besar su cabeza.

-Está bien- ella sonrió y besó su mejilla.

«¡Qué sonrisa tan encantadora!», exclamó el empresario para sus adentros, contemplando a la chica y su forma tan peculiar de llevarse con su primo.

-Pero me dejas postre y tú, galán, te quedas en tu humilde casa- el rubio se dirigió a Franco, dándole unas palmadas en el hombro.

-Ya vete Henry- indicó la castaña empujándolo hacia la salida.

Aquella escena pareció tan divertida que Franco no pudo evitar sonreír. La realidad era que Jade y Henry eran muy unidos, que se comportaban más como unos hermanos adolescentes.

El castaño miró su reloj. Eran la 1:53 p.m. y recordó que había quedado de verse con Mike para hablar seriamente con él. Su temor a la paternidad era una cosa pero su cobardía ya empezaba a parecerle exagerada y Franco no quería pasarla por alto. Por lo tanto, lentamente se levantó de la silla y caminó hacia la entrada donde se encontraba Jade despidiendo a Henry. Sigilosamente se posicionó a sus espaldas, sin que ella notara su presencia.

«Delicioso aroma», meditó al aspirar el olor del exquisito perfume que emanaba del cabello de Jade; un aroma cuya combinación derivaba de fresas con chocolate blanco.

Por un instante él se sintió tentado a abrazarla por la cintura e ir plantando besos en aquel delicado cuello, para ir bajando hasta recorrer esa silueta grácil que lo estaba volviendo loco. Sin embargo, el sonido de la puerta cerrándose lo sacó de su ensimismamiento. Ella se giró quedando a escasos centímetros de su rostro y no tuvo más opción que mirarlo sorprendida con sus profundos ojos azules.

-Yo también... ya me tengo que ir- aseguró Franco, sin apartar su mirada de los ojos de la chica.

-E...Está... bien-. Ella trató de esquivar aquella mirada intensa, dirigiendo la vista a otra dirección.

-Pero, antes de irme quiero hacerte una pregunta.

Él colocó su mano sobre el hombro de la chica, obligándola a mirar la profundidad de las ventanas hasta su alma; esos bellísimos ojos color verde. Ella lo observó extrañada, con el ceño fruncido, sin poder emitir palabra alguna y, por si fuera poco, un nudo se formó en su garganta provocando que se sintiera asfixiada.

-¿Saldrías conmigo el próximo sábado?- preguntó sin rodeos y ella se asombró ante tal interrogante. En realidad no esperaba que alguien como él la invitara a salir.

-Franco, yo... no creo que... sea buena idea- negó con la cabeza.

-No tardaremos, si es lo que te preocupa. Te aseguro que antes de la media noche ya estarás en casa.

-No es por eso, ya no soy una adolescente para pedirle permiso a mis padres- una tímida sonrisa se formó en sus labios.

-Entonces, ¿puedo saber cuál es la razón?

-Creo que será mejor que te vayas- evadió la pregunta y la expresión de su rostro cambio drásticamente. La tristeza era notable en sus ojos.

-Sé que anteriormente me he comportado como un idiota, pero te aseguro que...

-Por favor Franco... no sigas, creo que no es un buen momento para esto- lo interrumpió.

-De acuerdo Jade, lo siento mucho, discúlpame. No insistiré. 

El Chico De NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora