Capítulo 2.

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Realce de belleza

Conocía a la perfección todos los tipos de perfume que existían en la estantería de su habitación en casa de su madre, que ella se aseguraba de mantener intacta con la mínima esperanza de su regreso. Pero ambos sabían que no era posible.
Terminó de acomodarse el moño en el cuello de la camisa y metiendo sus dedos entre los mechones de cabello, hizo un peinado básico y despreocupado que le apartaba los pelos sueltos de la frente, al observarse en el espejo de cuerpo completo admiró como el traje negro hacía resaltar su tez blanca, pero de todas formas ya sabía sobre la combinación de colores y tez, era algo básico, pero él lo había sobre-estudiado.

Salió de aquella habitación con sus votos matrimoniales dando vueltas por su cabeza, el nombre de quien lo acompañaría desde ahora y hasta la hora de su muerte resonaba en sus oídos como si estuviese caminando en medio de un prado lleno de grillos, no lograba callarlo. Pero el martilleo en su corazón no existía, no sentía los nervios que provocaban un revoltijo en el estómago, ni ninguno de los otros síntomas del enamoramiento o el nerviosismo, no sentía nada.

Las enormes puertas de la iglesia se abrieron al mismo tiempo, su madre apareció con un vestido rosado pálido con caída en cascada hasta sus tobillos y el cabello rubio ondeante al viento, lo cogió por su brazo derecho y lo guió a pasos lentos siguiendo el ritmo de la marcha nupcial compuesta por Wagner, en el altar un hombre de estatura promedio, cabello castaño lleno de laca y un traje plateado, los hombros anchos y espalda prolija, lo esperaba con las manos cogidas en su espalda, podía ver el brillo de aquella delgada capa de sudor que se avecinaba por su nuca.

Detuvo su andar cuando su madre le soltó el brazo, notando la nula distancia entre él y el altar que definiría el resto de su vida, subió aquel peldaño ubicándose al lado del hombre de hombros anchos, le dedicó una mirada de soslayo para apreciar un poco de su perfil y aquella mirada fija al frente, también pudo notar el movimiento que se produjo en su garganta al tragar saliva, entonces Yoongi supo que ese hombre sí se encontraba bastante nervioso, y no lo culpaba, después de todo se iban a casar siendo unos totales extraños el uno para el otro, apenas y sí se sabían sus nombres.

-Los hemos reunido aquí para consagrar el matrimonio entre ambos jóvenes... -comenzó el Padre su discurso, Yoongi esperaba con paciencia a que llegase el momento de decir sus votos y poder escuchar los que el otro tenía por decir, no es que le emocionase el hecho, eso ya estaba claro, pero le interesaba saber cómo se había preparado para este día-. Ahora escucharemos los votos matrimoniales -el momento llegó y la mano del Padre dándole la palabra fue la señal para comenzar a hablar.
Luego de quedar satisfecho con todo lo dicho al pie de la letra por tanta práctica el Padre le concedió la palabra a quién se encontraba a su lado, el hombre comenzó a hablar tartamudeando al inicio, cosa que podría haberle causado gracia si no fuese porque ya sospechaba lo que sucedería.

-Yo, Min Yoongi, te tomo a ti, Kim Taehyung, como mi esposo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la felicidad y la tristeza, hasta que la muerte nos separe -decía cada pequeña frase después del Padre, entonces llegó el turno de su acompañante y la ceremonia comenzaba a darse por finalizada.

-Taehyung, ¿aceptas a Yoongi como tu compañero de vida desde ahora y hasta la hora de su muerte?

-Acepto... -murmuró, Yoongi lo observaba escrupulosamente y una media sonrisa se formó en sus labios cuando lo vio morderse el labio inferior probablemente dudando su respuesta.

-Y tú, Yoongi, ¿aceptas a Taehyung como tu acompañante de ahora y hasta la hora de vuestra muerte?

-Acepto -asintió para sí mismo cuando por fin sintió que podía darle un fin al aislo y la espera.

-Los declaro marido y esposo, pueden besarse -estaba claro que el Padre no sabía acerca de su situación, y a causa de que tenían probablemente a más de sesenta personas observándolos con anhelo desde sus asientos Yoongi se sintió en la obligación de cumplir con aquella parte de la ceremonia también, se giró sobre sus talones en dirección al nervioso hombre de traje plateado y acarició su nuca con los músculos de su brazos bajo una tensión fuerte, sintiendo así como sus dedos se humedecían por el sudor ajeno, Taehyung observaba sus labios con vergüenza y terror, pero no podía ser tan malo, ¿no?

Todo terminó luego de un suave roce que Yoongi le dio al tirar desde su agarre en la nuca del contrario para acercarlo otro poco, parecía que había robado el aliento de Taehyung y se sintió satisfecho ante el hecho. Los aplausos inundaron el lugar y la nueva pareja se unió a los invitados bajando el altar apenas la sesión de fotos de ambas madres finalizó.

-Me alegro mucho de por fin haber concretado este acuerdo, Sungmi -dijo la madre de Yoongi presionando el hombro de la recién nombrada, esta acariciaba el cabello enlacado de su hijo y asintió al oír aquellas palabras.

-Es satisfactorio -sonrió sin dejar de observar a su hijo como si se tratase de un trofeo, el más valioso, y no era para menos, se trataba de alguien que había salido desde su vientre.

-Cuando vuelvan de su luna de miel su casa estará en condiciones óptimas para que se instalen -informó tratando de hacer contacto visual con su propio hijo, no obtuvo mayores resultados.

-Eso me entusiasma, hice mucho en esa casa para que ustedes pudiesen considerarlo un buen hogar -esta vez, Sungmi desvió su vista hacia los otros dos, la madre de Yoongi jugaba con sus dedos mientras él mantenía sus ojos en algún punto perdido- ¿Verdad, Hyejung?

-Oh, sí, sí -asintió esta, sonriendo apenada porque no podría restaurar nunca la distancia que se había impuesto entre ella y su hijo.

Conocimiento Infinito {Taegi}Where stories live. Discover now