Capítulo 5: Viejas cicatrices, nuevas heridas

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Perplejo, desconcertado, frío, como el suelo en el que se apoyaban mis agrietados, toscos pero debilitados pies, así fue como me quedé tras descubrir que en aquel inmundo y asqueroso lugar donde mi cuerpo había sido manipulado y mutilado sin piedad ni ningún miramiento para a saber que fines. Miro exhaustivamente todos los rincones de mi cuerpo, especialmente sobre articulaciones y órganos importantes, pero no logro encontrar ninguna cicatriz ni rastro de un solo corte sobre mi cuerpo, salvo por varias marcas de agujas sobre una vena que resaltaba mucho en la flexura de mi codo.

Tras darle vueltas y vueltas en mi difusa y saturada cabeza de que podría haber sido, recuerdo que el informe del doctor, encontrado en mi habitación, hablaba de unas muestras sanguíneas, lo cual me tranquiliza, al saber que dichas marcas eran tan solo extracción de sangre.

¿Es curioso no? Por lo poco que se, parece que ni los doctores, si se merecen ser llamados de esa forma, de este antro sabían lo que me pasaba pero se permitieron la macabra decisión de manipular mi cuerpo, para así encontrar de la forma menos humana posible mi defecto, como si no les importara lo más mínimo la vida del paciente. Eso me lleva a replantearme de nuevo la duda que corroe mi cabeza desde que desperté en esa maldita camilla. ¿Dónde estoy realmente? Por lo que he podido comprobar por los sangrientos restos alrededor de todo el edificio, definitivamente, no es un hospital normal, y mucho menos un psiquiátrico. No quiero pensar que realmente fuera un lugar donde los enfermos mentales eran las ratas de laboratorio de unos científicos inmorales, pero todos las pruebas me llevan a pensar eso. Y justo es eso lo que me asusta, no se cuanto tiempo pasó desde que desperté, ni mucho menos desde que llegue a este lugar, por lo que no puedo saber hace cuanto se llevaron a cabo estas aberrantes investigaciones. Pero definitivamente lo que mas temo de todo ello es, si a los pacientes de los que conocían su enfermedad les revolvían las vísceras sin piedad y experimentaban con ellos, ¿de que habrán sido capaces en un paciente cuya enfermedad desconocían?

Repaso por todos lados el rezumante depósito antes de marcharme de él con las macabras ideas aun resonando en mi cabeza. Busco incluso entre los muros manchados de sangre algún tipo de debilidad estructural que me conduzca a alguna posible habitación oculta, pero sin dar resultado.

Sin pensármelo dos veces, y al ver que no encontré nada que me sirviera, me marcho de la dicha sala, con esperanza de no necesitar regresar a ella de nuevo, al menos por ahora ya que al entrar en ella no puedo dejar de imaginar cientos de técnicas que los perturbados cirujanos podrían haber aplicado a mi cuerpo y no puedo quedarme con esa idea en la cabeza y dejar de actuar, he llegado demasiado lejos para pararme a pensar en el que desgraciadamente es el menor de mi problemas en este momento.

Con las llaves que había encontrado sobre el escritorio me dirijo a la tercera la planta, la cual me imaginé que podría abrir con la llave que tenía el número 3.

Y efectivamente, la propia llave funcionó con la puerta para mi sorpresa, pues inexplicablemente esta cerradura no estaba oxidada no deteriorada en exceso, aunque indudablemente se podía observar el paso del tiempo por la inexistente limpieza del metal. Estaba a punto de entrar en la tercera planta, o como el cartel de la pared daba a conocer, tratamiento intensivo.

Lo primero que encuentro al entrar en la planta son celdas con una protección y un aislamiento que, por sentido común, hasta parecería innecesario. Puertas blindadas con tan solo una pequeña rejilla para inspeccionar el interior, otra para introducir objetos, como la poca comida que podrían llegar a ofrecerles, cerraduras enormes con gigantescas palancas metálicas, .Todo esto rodeado del común moho que me llevaba acompañando entre los azulejos de las paredes y suelos como un mudo espectador de mi búsqueda por las plantas de este inmejorable y magistral psiquiátrico, por no hablar del oxido de un color ocre, que se confundía con las inexplicables salpicaduras de sangre que recorrían las habitaciones como si se trataran de hormigas buscando su hormiguero. Lo más extraño, un botón sobre un panel junto a una rueda que tiene escrita la palabra "intensidad"

Con todas mis fuerzas consigo abrir la puerta de esa misma celda, tras desbloquear varios pestillos, y asombrado, apenas podía creer lo que había en el suelo.

Encontré lo que parecían paneles de cobre, probablemente electrificados y controlados a través del botón y la rueda del exterior. En el mismo interior distingo en la pared líneas formando grupos de cinco, escritos con sangre, supongo que para contar sus días. Como no, los doctores tenían que tener controlados a sus conejillos de indias y parece que he encontrado la jaula donde estaban todos. Solo el hecho de imaginarme esta sala en funcionamiento con personas en esas celdas gritando o muriendo desangrados por lo que le acaban de hacer en su cuerpo me estremece.

Salgo al exterior con precaución del suelo electrificado y compruebo el funcionamiento del suelo con el botón, pero funciona de forma intermitente, al parecer el estado de las instalaciones eléctricas no es el mejor era de suponer, pues el nefasto estado de las instalaciones debido al paso del tiempo debe de haber afectado de igual manera a los sistemas eléctricos.

Me dirijo al final de la planta, donde encuentro una puerta con un cartel de riesgo eléctrico. Estaba abierta, de modo que entro y bajo un interruptor general que controla la electricidad de los suelos, para evitar electrocutarme accidentalmente.

Continuo registrando la planta de arriba a abajo. Encuentro entonces una sala de quirófano en la que hallo una camilla con mayor seguridad que las que encontré en mi propia habitación y en el depósito de cadáveres. Agujas con restos de productos en sus paredes, botes de sedantes casi vacíos, e incluso collares de cuero con un extraño aparato unido a él además de diferentes utensilios bastante modernos incluso algunos, desconocidos para mi. Impactante, cada vez que avanzo mi visión del psiquiátrico es cada vez más distorsionada. Por lo que puedo observar esta mesa había sido usada, pero era notable que su deterioro era mucho menor que el de el entrono. Si ya era impensable lo que se podían realizar en las otras camillas, a saber que hicieron aquí. Solo espero que esas manchas de sangre de la pared no sean mías ni que en un pasado haya tenido el placer de estrenar esta endemoniada camilla.

Me extraña ese collar, era algo que no había visto nunca, ¿será algo que se inventó durante mi largo sueño? Desde luego había pocas posibilidades de que existiera algo así en mi época.

Junto a ese collar, había un pequeño aparato, que, al igual que las celdas, tenía una rueda y un botón, aunque extrañamente no estaba unido al collar por nada, esta vez la rueda del dispositivo tenía mucha mas intensidad. Pude deducir que era un collar que lanzaba descargas eléctricas a la persona que lo llevara puesto.

Continúo buscando más objetos en el extraño quirófano, en busca de algo útil para mi huida cuando escucho con claridad el sonido de la puerta de la planta cerrarse de un golpe en seco.

Tal y como estaba mi propio cuerpo pase por alto cualquier opción que no me llevara a pensar que ese ruido lo había hecho alguien. Escondo las llaves donde sea difícil encontrarlas y trato de armarme con una tubería arrancada que había en una esquina.

Comencé a escuchar pasos, su sonido rebotaba en los vacíos pasillos, uno tras otro cada vez se escuchaba mas cerca, hasta que cuando creía tenerlo encima dejé de escucharlos.

Me tranquilizó no escucharlos durante unos largos y eternos segundos, cuando tras de mí oí un ruido que me hizo girarme alarmado.

Esperando cualquier cosa fijo la vista tras de mi y lo único que veo en la penumbra es la corroída pared del quirófano. En ese momento no pensaba, ni siquiera sabia que estaba haciendo, pero inexplicablemente la soledad de aquel pequeño instante me tranquilizo, aunque buscase compañía. Creo que fue por el hecho de que por una vez, sabia lo que había detrás mía y al no hallar a nadie confirme mis suposiciones.

Justo antes de tener tiempo de girar la cabeza recibo un fuerte golpe que me deja aturdido en el suelo sin poder ver nada, y escucho a una voz grave pero clara decirme en voz alta:

"Hola Jonathan, he visto que tratas de escapar, y por fin volvemos a encontrarnos"

DYSCORDIAWhere stories live. Discover now