Capítulo Diecisiete. Te amo

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Sabía que tenía que detenerlo, no podía permitir que llegaran más lejos, pero cada vez que el pensamiento llegaba a su cabeza, un nuevo beso, lograba que olvidara su resolución de alejarlo y sacarlo a patadas de su casa y de su vida, pero su cuerpo estaba en llamas y solo había una cosa que podría calmar el deseo que la controlaba... él.

―Eres más hermosa de lo que recuerdo.

Antes de que pudiera responder, Arnaud la besó, con tanta pasión, que Kara se supo finalmente perdida en sus hábiles manos, que no habían parado de jugar con sus pechos.

Poco a poco continuó su camino hacia abajo por su cuerpo y si antes pensaba que estaba ardiendo, no era nada comparado con la corriente eléctrica que recorrió su cuerpo cuando Arnaud besó el costado de su cuello, en ese delicado y exquisito punto, que siempre lograba ponerla de rodillas para él.

Pero Arnaud no le permitió el placer por mucho tiempo; continuó bajando, dejando un rastro de besos, haciendo una parada en sus pechos, donde jugó con sus pezones sin piedad; besó y chupó las duras puntas para finalizar con un agudo mordisco que la hizo gritar dividida entre el placer y el dolor. Cuando le dio el mismo tratamiento al otro pezón intentó alejar su sobre estimulado pezón de la boca de Arnaud, solo para ser retenida por él, quien llevó sus brazos sobre su cabeza y los ancló a la cama con una sola de sus grandes manos y con su otra mano, levantó su espalda para llevar su pezón aún más profundo dentro de su boca, reafirmando su control sobre ella y casi llevándola al orgasmo, mientras un rayo de placer la atravesaba y llegaba directamente a su coño.

Cuando estuvo satisfecho Arnaud continuó su camino, besando su vientre y los huesos de sus caderas, provocándole deliciosos temblores de placer. Pero cuando finalmente se puso entre sus piernas, Kara pensó que iba a morir de deseo, si Arnaud no la besaba donde más lo necesitaba.

―Por favor...

Arnaud deslizó la lengua por la delicada piel de la cara interna de su muslo derecho y luego le dio un ligero mordisco, que la hizo temblar.

― ¿Por favor... qué, mi amor?

―No me tortures más, por favor... Te necesito.

― ¿Qué necesitas?, dímelo.

―Tu boca.

― ¿En dónde?

―Mi clítoris.

―Mmmm, que tentador. Pero me temo, que quiero disfrutar completamente de ti antes de dejar que te corras.

Dicho esto, metió profundamente la lengua en su vagina. Tomándola por sorpresa y haciéndola jadear por el repentino placer. Sus manos que habían quedado libres, fueron automáticamente a la cabeza de Arnaud, no estaba segura si quería mantenerlo cerca o sí solo necesitaba algo a que aferrarse.

―Mmmm, había extrañado tanto tu delicioso sabor.

Kara no supo cuando tiempo Arnaud estuvo torturándola, estaba al borde del orgasmo, pero no le permitía correrse, manteniendo sus atenciones lo suficientemente suaves para no empujarla al placer final. La subía y bajaba de la nube de gozo en la que flotaba y pensó que se volvería loca en medio de la deliciosa tortura, cuando tomó su clítoris en su boca, succionándolo profundamente, al tiempo que metía dos gruesos dedos profundamente en su canal, haciendo su cuerpo vibrar cuando el orgasmo finalmente barrió a través de ella con una fuerza implacable.

El placer pacería hacerse más arrollador a cada segundo que pasaba, pero cuando por fin cedió, los huesos de su cuerpo parecían haber desaparecido. No podía moverse, pero si era honesta con ella misma, no tenía deseo alguno de hacerlo.

Esclava Del PlacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora