Capítulo Nueve. Noche de Pasión

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El sentir a Kara correrse alrededor de sus dedos, había sido delicioso, pero Arnaud sabía que lo mejor estaba aún por venir.

Se tomó su tiempo besando su cuello, para luego regresar a sus pechos y jugar con los suculentos pezones. Quería mantener su fuego ardiendo y se aseguró de tocar cada parte de su cuerpo, sin dejar de saborear sus pechos.

―Arnaud ―Lo llamó Kara entre suaves gemidos.

Ella no tenía idea, de cuanto había esperado porque usara su nombre y dejara de referirse a él como "mi rey". Le había sentado mal saber que de esa misma forma llamaba a Lascanr. Ese desgraciado la había mantenido prisionera por ocho años, además de haber asesinado a sus padres. No, definitivamente no quería que ella lo relacionara con él.

―Relájate Kara, solo acabamos de comenzar.

Entre besos y caricias se encargó de reavivar su pasión. Pronto estuvo de nuevo temblando de deseo, gimiendo con cada uno de sus toques. Sus jugos invadían su coño, preparándola para él. No podía esperar más, aunque saborear a Kara era una delicia, la agonía por estar dentro de ella lo estaba matando. Se levantó de golpe y la giró hasta ponerla boca abajo, la acomodó sobre sus manos y rodillas y rápidamente se colocó detrás de ella y se inclinó para hablarle al oído.

―Ábrete para mi Kara.

La respuesta no se hizo esperar, sus piernas se abrieron, permitiéndole acomodarse en medio de ellas y acercar su duro pene a la entrada de su cuerpo.

Con la bulbosa cabeza de su polla frotó desde el clítoris hasta la entrada de su coño, ida y vuelta, de arriba a abajo. Desviándose cada tanto, para jugar con los labios mayores, extendiendo la humedad que seguía fluyendo de su cuerpo.

Kara temblaba de placer entre sus brazos, su respiración se hacía más profunda y suaves gemidos escapaban de sus labios volviéndolo loco de deseo, pero quería llevarla a locura también y aprovechó su posición, para acariciar sus pechos y tirar de sus pezones.

― ¿Te gusta Kara?

―Si, ―dijo, exhalando con fuerza― necesito más.

― ¿Qué necesitas? Dímelo. ―Dijo el rey con un tono autoritario y un repentino apretón en sus pezones. A lo que Kara respondió con un gritito de placer.

―Te necesito a ti Arnaud, dentro de mí.

― ¿Eso quieres, mi princesa? ¿Qué te llene con mi polla?

―Si, por favor. Lléname.

Kara enfatizó su declaración, moviendo sus caderas contra Arnaud, tratando de empalarse a sí misma, sin éxito.

Pero no tendría que esperar mucho, Arnaud estaba al límite de su resistencia, necesitaba meterse en ella, probablemente más de lo que ella lo necesitaba.

Arnaud posicionó su polla en la entrada de Kara y rápidamente, se enterró completamente en ella. Provocando que Kara gimiera por lo alto y él no pudo evitar el gutural gruñido que escapo de su pecho. El placer era abrumador, Kara se sentía como el cielo, caliente y húmeda, mientras lo sujetaba con fuerza dentro de sí.

―Ar... Arnaud.

―Te sientes como el paraíso Kara.

Kara no dijo nada más, aunque no habría podido hacerlo, sí vida dependiera de ello. Arnaud empezó a moverse suavemente dentro de ella, con movimientos largos y profundos, casi saliendo por completo y luego entrando de nuevo, tan profundo como ningún otro hombre había estado antes. Arnaud era realmente grande, más ancho y largo que cualquier otro hombre que la hubiese tomado. Se sentía estirada y llena hasta el límite. El dolor y el placer se mezclaban en una extraña combinación que le robaba la cordura.

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