El susodicho tenía la mirada puesta en dirección a Maggie, pero no la estaba mirando. Sus ojos tenían un aspecto vacío, perdido, probablemente pensando en alguna manera de ayudar para que la situación mejorara.

Finalmente, Gold pareció haberse dado cuenta de que habían dicho su nombre. Soltó un suspiro largo, miró a todos y cerró con fuerza sus manos transformándolas en puños por un momento antes de hablar:

–¿Qué quiere ella?

El pulso de la Reina de los Ladrones se aceleró ante su respuesta.

–¿Disculpa?– preguntó Emma incrédula.

Gold caminó hasta una silla libre que se encontraba cerca del mostrador donde se apoyaba Maggie. Tomó asiento, miró frío a Emma y luego miró a la hija de Robin Hood, pero su mirada se había vuelto más cálida cuando sus ojos se posaron en la muchacha.

–Lo que oyeron. Es el corazón de Maggie, no el de Henry, o el de Robin o el de ninguno de nosotros. Ella es quien debe decidir si quiere que nosotros acabemos con esto o si prefiere hacerlo ella misma.

Honestamente, no esperaba eso. Se quedó atónita un momento, mirando a Gold con la boca abierta debido a la sorpresa ante sus palabras, podía escuchar los latidos de su corazón en sus oídos, en un ritmo incontrolable y desenfrenado. Después de que su momento de incredulidad pasara, finalmente cerró la boca y se concentró en analizar sus opciones. Gold solamente había mencionado el que se suicidara o dejar que ellos la mataran, pero aún hay otra opción...

–¿Qué hay de Neverland? Pan prometió volver por mí. Puedo regresar con él y -

–Sobre mi cadáver–. La interrumpió Robin. –No te salvamos para que regresaras a ese agujero.

La mandíbula de Maggie se tensó ante su comentario y pudo sentir sus manos cerrarse en puños por un momento. Había perdido la cuenta de las veces que imploraba que alguien la sacara de ahí, eso era cierto y no se atrevía a intentar siquiera negarlo, pero ahora que sus únicas opciones eran regresar a la isla o morir, resultaba frustrante que hablara así de su única posibilidad de seguir con vida.

–¿De qué me salvaron exactamente?– Lo miró. –Neverland no es un paraíso pero aquí no hay nada para mí. Y si lo que hicieron fuera considerado rescate, Michael seguiría vivo. ¿Exactamente qué ganaron sacrificando a Michael? Mi corazón se quedó hecho añicos y polvo en Neverland, literalmente.– No pudo contener el gruñido que se filtró en sus palabras al hablar sobre su destrozado corazón y su fallecido Michael.–Si me quedo, a lo mucho soportaré unos cuantos días. De hecho, hasta donde todos sabemos, yo ya debería estar muerta– se detuvo un momento a recuperar el aliento, lanzando una mirada agradecida a Gold en el proceso, recordando que le había regresado energía suficiente para un par de días más –.No puedo quedarme Robin. Morir ahora mismo suena a la mejor recompensa del mundo, pero no estoy lista... No estoy lista... 

Robin la miraba furioso y a la vez sorprendido ante lo que había dicho. Incluso ella debía reconocer que también estaba sorprendida por lo que dijo pero, pensándolo a profundidad, es cierto. Morir suena como algo asombroso últimamente, y ha sido una tentación desde hace tiempo... pero no está lista para dejarlo todo. De todas maneras, no se debería acelerar el proceso de lo que tarde o temprano sucederá.

Una pequeña risa inundó la tienda una vez más. Regina estaba mirando al techo mientras una sonrisa cansada se extendía por su rostro.

–Sabía que todavía hay algo de Graham en ti– suspiró mientras seguía soltando pequeñas risitas, mordiendo su labio inferior para intentar contenerlas y dirigirle a la chica una mirada socarrona –,siempre ansiando a la muerte, pero nunca lo suficientemente preparado como para morir.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jun 29, 2017 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

La reina de NeverlandWhere stories live. Discover now