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❝Pruebas y dolor

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Pruebas y dolor.

  

Recuerdo un día que, al llegar a la casa, fui corriendo a la habitación de mi hermana para enseñarle a leer, como habitualmente lo hacía. Pensaba encontrarla dentro del armario, dormida entre todas las mantas, abrazada a un pequeño libro que pasaba desapercibido a siempre vista por lo blanco que era. Pero no, la encontré llorando en silencio sobre la cama, posicionada boca abajo, con sus hermosos ojos verdes y sin brillo mirando fijamente la pared.

Entre sus balbuceos incoherentes y desgarradores, entendí algunas palabras. Comentaba que le ardía mucho, por lo que me limite a acercarme para abrazarla y preguntar ¿Qué era lo que le ardía? Aunque al tener el contacto físico, dio un gran estremecimiento, por lo que empezó a gritar.

  

¡M-Má!, ¡Arde!, ¡Quemo! exclamó por lo bajo, con una voz rota que te daba vuelco el corazón. Mientras lloraba señaló la espalda, sin mover tanto sus músculos.

Le levante con cuidado el vestido lila de mamá, que siempre llevaba y ni siquiera le cambiaban. Lo que me encontré allí, fue la traducción de esos llantos silenciosos y agonizantes de su parte.

Una flor, una figura situada en su pequeño omóplato izquierdo. Para mi madre significaba algo tradicional, pero para nosotros era la mismísima muerte. Yo llevaba una, en la parte de las costillas del lado derecho, mamá la tenía en el antebrazo izquierdo y papá en el hombro derecho. Esa flor era una forma que distinguía nuestra familia, pero dentro de mí decía que significaba más.

Tranquila, ya pasara.

Con lágrimas en mis ojos, puse una manta tapándole la parte lastimada. Mientras hacía presión, acomode su vestido para luego taparla con la frazada. Sabía que no le sanaría fácilmente, pero mientras absorba la sangre que salía, estaré más tranquilo. Quedó dormida en mis brazos minutos después; se abra desmayado por la pérdida de sangre, supongo. Sentía su omóplato palpitar en mi mano cuando presionaba.

Cuando me fui de su habitación, camine hacia mi alcoba y agarre una que otras manzanas que robaba. Cuando volví, las escondí en su armario donde siempre ponía comida para ella, bajo todas las sabanas que pronto acabarían manchadas de sangre.

Lo siento, no puedo evitar lo que vendrá despuésmurmuré mientras me acercaba a su cama y acariciaba su cabellera morena.

En ese momento solamente tenía odio, desprecio e ira hacia mis padres, ¿Por qué se la agarran con nosotros? Acaso, ¿Es por qué no nos podemos defender? O ¿Nadie nos salvaría aunque pidamos ayuda?

  

También recordé el día que a mi hermana la prostituyeron, era muy conocida en toda la ciudad del subterráneo por ser la más joven en ese trabajo, tenía un maldito desarrollo anatómico rápido, como mi madre. Muchos hombres de diferentes edades venían por ellas y otras señoras más. Cuando intervine, no tuve mucha suerte.

  

¡Suéltenme! grité, mientras me enviaban a un sótano. Había una silla con cadenas colgando bajo un farol de velas. ¡No dejare que le hagan daño!

Hijo mío, ¿Sabes lo que sucede cuando no haces lo que yo digo? habló frente mío.

Sus compañeros me retenían en la silla y amarraban con las cadenas manos, pies y torso. Ganando mi falta de movilidad.

Temblé de miedo sin contestar, sabía que me torturaría, sabía perfectamente lo que me esperaba en ese momento.

Pero no sirvió de nada, volvía cada maldito día al mismo lugar, con las mismas cadenas agarradas a mi cuerpo. El suelo ya tenía mucha sangre seca haciendo recordar todas las veces que desobedecí a mi padre.

Al paso del tiempo, cada tortura se me era insignificante. Ya no dolían, ya no me causaba pánico venir, ya no temblaba o lloraba pidiendo que paren.

Pero lo peor... es que deje de proteger a mi hermana.

Termine siendo una maldita marioneta suya, quizás era mi única forma de escapar.

  

Los días pasaban y llego el día tan esperado de mi padre. El cual constaba de la elección de armamento.

Ven acá Zackordenó, mientras sacaba diferentes armas, entre blancas, extrañas y negras de una bolsa marrón y sucia. Elije la que quieras. Tendrás que tener en cuenta tus destrezas después de tanto tiempo entrenando.

Sí, padre.

Esa época ya no tenía emociones, con todas las torturas se me quitaron las ganas de seguir peleando y luchando, por mí y por ella. Olvide lo que era la ira, compasión, tristeza y demás. Simplemente era un robot esperando mi oportunidad de ser libre.

Pero si lo que sentía era asco, de ellos, de su grupo, que solo aterroriza por placer y dinero.

A mi hermana era raro verla despierta, al tener la altas dosis de la droga, dormía todo el día. Siempre iba a taparla y sacarle las ataduras que la tenían para su comodidad, además de moverle las piernas por estar siempre acostada y darle de comer a través de un suero.

Mi padre, al terminar de poner todas las armas, solo elegí unas cuatro separándolas de las demás.

Excelente hijo, ahora te explicare cada una. Agarro las primeras tres armas. Estas son Kunais, o cuchillos de lanzamiento. Son armas que, por lo general, constan por un cuerpo sólido, rígido y de gran dureza. Son objetos de un material metálico y están balanceados para un equilibrio perfecto a la hora de arrojarlos. Las coloco en su compartimiento. Con esto te lo cuelgas en tu cinturón. Es fácil ocultarlas y que pasen de desapercibido. Te dejare más de repuestos.

Me entrego las armas y me coloque la funda del mencionado lugar.

Ahora esta. Agarró la última arma para luego moverla de forma tal, que parecía ir la cuchilla de un lado a otro. Balisong o Knife Butterfly, vendría siendo un "cuchillo mariposa". La miró detenidamente para luego entregarme el arma en la mano. Pequeña, letal y con múltiples modos de exponer la hoja filosa para combates cuerpo a cuerpo.

Asentí nuevamente, tomando el arma y poniéndola en el bolsillo de mi pantalón.

  

Caught ❥ʟᴇᴠɪ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin