Capítulo 12 La Vida en Baker Street

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Al escuchar tan cruda despedida John miró por última vez a su amigo y pudo verle jugando con las cuerdas del violín. John suspiró amargamente y salió del living room. Al ya no verle más Sherlock se alzó de su sillón para posar su violín bajo su barbilla y con suavidad comenzó a tocar una pieza de Bach, inundando todo el edificio en aquella melodía.

Bell se encontraba en el cuarto de Sherlock sentada sobre la cama, abrazándose a sus piernas y mirando a la nada cuando en ello a sus oídos llegó la melodía proveniente del living room. Curiosa se bajó de la cama y con suavidad abrió la puerta para salir de la habitación, caminó por el pequeño pasillo para llegar al living room y observó a Sherlock de pie frente a la ventana e interpretando la sonata de Bach.

La niña al verle quedó tan sorprendida como maravillada. Sabía que Sherlock tocaba el violín, lo había deducido desde el momento en que lo vio, más nunca paso por su mente como él tocaba aquel bello instrumento. Parecía que el detective se encontraba sumergido ante su interpretación, ni siquiera reclamó su presencia, así que ella caminó hacia el largo sofá para tomar asiento y observarle mejor.

Isabelle se dejó llevar por aquella música y con sus pequeños y delgados dedos sobre sus rodillas comenzó a tocar las notas, como si estuviera tecleando en un piano. Ella comenzó a percibir una sensación extraña a través de cada nota, descubriendo, poco a poco, que era como si Sherlock se expresara a través de cada una de ellas.

Percibió entre cada movimiento algo de confusión, preocupación y consternación, pero Bell sabía que había algo más allá que esos sentimientos angustiosos, había una necesidad de protección y era demasiado curioso poder percibir esa necesidad en la pieza musical de Sherlock Holmes. Dejando de teclear en su piano imaginario la pequeña se recostó en el sofá, sin dejar de observar a Sherlock, y dejándose proteger por esa pieza musical.

 Dejando de teclear en su piano imaginario la pequeña se recostó en el sofá, sin dejar de observar a Sherlock, y dejándose proteger por esa pieza musical

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El tiempo siguió marchando y los días comenzaron actuar con su tan obvia normalidad. En el 221B de Baker Street, las cosas parecían ser las mismas de siempre. Sherlock Holmes se encontraba enfrascado en el aquel caso, tratando de ignorar todo el universo a su alrededor, pero ese universo no quería que su enfoque fuera solo en un montón de papeles pegados a la pared. Quería una total atención.

—¡Sherlock! —Gritó Bell muy emocionada—. ¡Sherlock voltea! —Ignorándole él no despegaba los ojos de esa pared, creando teorías, armando conexiones y todo lo que pudiese dar con el responsable de aquel acontecimiento—. ¡¿Sherlock?! ¡Es en serio, voltea! —El detective resopló fastidiado y movió con suavidad su cabeza para mirar, por encima de su hombro, a ese pequeño universo fastidioso—. ¡Mira! —exclamó alegre. Al ver que le observaba dio un gran salto, al aterrizar no pudo evitar lanzar una risa mezclada con el sonido de las botas que llevaba puestas—. ¡Brinque muy alto! 

 ¡Brinque muy alto! 

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La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora