Epílogo: El final del fin

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En la vida, cada final es sólo el principio de otra historia.

- Julian Barnes -

† † †

Cuidadosamente, Eric me puso la flor violeta en mi pecho, acompañado de una melancólica sonrisa. Yo simplemente me dejaba hacer, mirando por la ventana de mi cuarto. El día estaba nublado. Nublado como nuestros corazones y nuestras almas. Las manos de Eric me apartaron de mis pensamientos por un instante, forzándome con delicadeza a que mis ojos se encontraran con los suyos, igual de oscuros y profundos que siempre. 

- Ya estás lista, querida Lyla.

- ... gracias, Eric. - Puse instintivamente mi mano fría encima de la suya, sin apenas fuerzas para nada.

Al notar mi mano encima de la suya, Eric esbozó su tierna sonrisa. No era una sonrisa común. Es de esas sonrisas que te llegan a aliviar el alma en un instante, como si con un simple gesto de sus labios, liberara toda preocupación y todo mal de tu interior. De esas sonrisas que nunca nos cansariamos de ver, de acariciar, de sellar con nuestros labios. Esas sonrisas que solo la persona que amamos es capaz de proporcionarnos. Esas sonrisas... son las que Eric me regala generosamente sin esperar nada a cambio.

Al bajar mi madre estaba en la cocina con Javier, su pareja propiamente dicho. Al vernos a Eric y a mí se pusieron algo rectos repentinamente, dejando las tazas de café humeante en la barra americana. Mi madre se acercó a mí sin dudas, con una sonrisa comprensiva.

- Estás preciosa cariño. - Me dijo mientras me abrazaba con dulzura. Yo le correspondí el abrazo mientras cerraba los ojos, con cierta calma. - Que vaya bien...

Me quedé en silencio, respondiéndola con una forzada sonrisa de agradecimiento. Eric me abrazó por el hombro y fuimos a la puerta, dispuestos a salir al exterior. Fuera nos esperaban Alex y Verónica, con unas expresiones neutrales. También llevaban las flores violetas en sus pechos. Nos saludamos y subimos a la furgoneta de Alex.

El hospital estaba lleno de gente al entrar. Todos los pacientes y médicos nos miraban con un gesto de dolor. Como si fuéramos a un funeral. 

Tras tomar el ascensor y andar por infinitos pasillos blancos, me empecé a sentir mal. Lo expresé en mi rostro.

- ¿Te encuentras bien? - Se dió cuenta Eric.

- Me siento mareada... - Le respondí sin querer mentirle.

- Es normal Lyla, no te preocupes. - Contestó Verónica. - El aura de los enfermos al notar auras sanas y llenas de vitalidad, la roban de forma incosciente, para recuperarse pronto.

- Tú y tus tonterías espirituales. - Cortó Alex. - Simplemente está cansada y afectada por todo, como todos.

- ¡A muchas personas les pasa eso de encontrarse mal al entrar en un hospital!

Una enfermera mandó callar a Verónica con un dedo en sus labios y un sonoro "Ssshhh". Verónica se dió cuenta y en vez de empezar a insultarla como haría normalmente, se calló. No estaba la situación para empezar una discusión en un centro sanitario. Unos pasillos más tarde, llegamos a la habitación. A38. Eric abrió con cuidado y entramos despacio. La habitación estaba iluminada de forma leve, como si fuera de noche. 

Retrum 3: Labios de Ébano [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora