–Imagino que Chan no vendrá, ¿cierto? –pregunté una vez estábamos los dos en el coche.

Chan es el mote con el que llamo a mi hermano, aunque en realidad se llama Jackson. Al parecer cuando era pequeña vimos una película de Jackie Chan y de ahí saqué el mote (aclaremos que mis padres le llaman Jackie). En mi defensa diré que tenía dos años y medio y apenas podía pronunciar mi propio nombre, Dorothy.

Mi padre asintió, manteniendo su sonrisa de soltero cuarentón. Es todo un partido, no sé por qué nunca se ha echado una novia, aunque lo mismo se aplica a mi madre.

–Me ha dicho que tenía cosas que hacer para la universidad. Estoy orgulloso de tener un hijo tan responsable.

Mi hermano era una persona muy responsable, eso es verdad, pero era un genio que no necesitaba todo el esfuerzo de un fin de semana para hacer cualquier trabajo o estudiar. Seguramente vaya a pasarse el sábado por la tarde y todo el domingo con Ann, su novia. No me malinterpretéis, me encanta Ann, es la hermana que cualquier chica desearía y además nos conocemos desde siempre puesto que vive un par de casas al lado de la nuestra, pero me aburría pensar en el hecho de que mi hermano me había traicionado dejándome sola todo el fin de semana con mi padre. Tampoco teníamos tanto de que hablar.

–Que afortunado eres de tener un hijo como él –le repliqué, haciendo hincapié en la palabra "hijo".

–También estoy orgulloso de ti, Dorothy. Eres mi niñita después de todo.

–Ahora no intentes arreglarlo –le dije con una sonrisa. Nunca me tomaba lo que decía en serio al cien por cien, por eso siempre le solía decir las cosas a modo de broma, cosa que me agradece.

***

Llegamos a mi casa, y por suerte parecía que mi madre no había vuelto de trabajar. No me gustaba que se vieran, porque enseguida empezaban a discutir y a echarse las cosas en cara, pero por separado eran los mejores padres que se puede tener. Aparcamos en la puerta y me bajé del coche a toda prisa para recoger mis cosas, las cuales deberían estar ya metidas en una pequeña bolsa de viaje desde el día anterior, pero gracias a un par de trabajos de última hora se me olvidó por completo.

Mi padre se quedó esperando apoyado en el coche mientras yo subía a mi habitación para empezar a preparar la maleta. Pasé por delante de la habitación de mi hermano, y escuché una risa aguda que reconocería en cualquier lado. Abrí la puerta con los ojos cerrados. Nadie sabía lo que podrían estar haciendo.

–¡Lo sabía! Traidor... –acusé con el dedo, apuntando a todas partes de la habitación.

–¿Qué narices estás haciendo, Dolly? –preguntó mi hermano.

Abrrí los ojos lentamente, visualizando poco a poco a mi hermano sentado en su silla y a Ann tumbada en su cama mirándome extrañada.

–Pensaba que podríais estar... Ya sabes –me sonrojé levemente. Es mi hermano por el amor de Dios.

–¿Y a qué viene lo de traidor? –preguntó.

–No te hagas el tonto, Chan. Me has dejado el fin de semana con papá y le has mentido diciéndole que tienes trabajos de la universidad. –Me crucé de brazos, apoyándome en el marco de la puerta–. Pero sé que vas a pasarte el fin de semana con Ann.

–Perdona hermanita, pero sí que tengo cosas que hacer –alzó lo que parecía ser una lista de tareas marcadas con distintos subrayadores.

–No es escusa. Tardarás solo una mañana en terminarlo.

Ann, que me estaba mirando, volvió la mirada a Chan y asintió en silencio. Sabía tan bien como yo que él es un genio en cuanto a estudios se refiere. Chan suspiró, rindiéndose, cuando vio que hasta su novia se ponía de mi parte. Se levantó y rebuscó en su mochila, desgastada con el paso de los años.

Enséñame a amarWhere stories live. Discover now