Capítulo 2

26 2 1
                                    

Hoy, sin duda, había sido un buen día, pensé contando mis ganancias sentado en el autobús. Me dirigía al sur de Denver donde "papá" me estaría esperando impaciente.

No tardé en llegar a dicho lugar, una nave industrial situada en un embarcadero abandonado hacía décadas, un sitio con las paredes metálicas y oxidadas que inspiraba temor y desconfianza. Dentro, sin embargo, se podía respirar un aire cálido, amparados por unas luces colgantes algo estropeadas se hallaba el rebaño. Niños, niñas, hombres y mujeres de todas las edades practicaban sus trucos de magia con esmero.

El lugar estaba equipado con algunos sillones carcomidos por la suciedad, mesas de madera viejas, artilugios mágicos de todo tipo y un pequeño televisor sobre una mesita de café.

Allí era donde los "niños perdidos" eran encontrados.

Cuando abandoné mi pueblo y mi familia vagué durante semanas robando para sobrevivir hasta que papá me encontró, un hombre robusto con aires maliciosos. Él se encargaba de reclutar a niños como yo y fomentar nuestro talento, nos daba un lugar donde dormir, aquella nave roñosa, y debo decir que en mis años con él nunca pasé hambre. Ahora la casa contaba con más del doble de personas que cuando entré pero aún conservaba su aura de seguridad.

Sorteé algunos niños malabaristas y al viejo Cid que se hacía pasar por ciego para ver los escotes de las jovencitas y al final del todo encontré a mi amigo Will, recostado en el sillón más nuevo. A pesar de ser uno de los mejores se negaba a buscar un alojamiento propio.

—Eso acabará matándote—dije mientras le veía fumar un cigarrillo y dejaba mis ganancias dentro de un cajón junto con las de los demás

—Que te jodan, me debes veinte presidentes—suspiró dando a entender nuestra deuda pendiente y viendo como me sentaba a su lado

Will había sido mi mejor amigo desde que llegué, el sólo había estado tres días más que yo, por lo que conectamos rápidamente. Venía de una familia pobre y solía robar comida del mercado cuando papá le descubrió y le dio un hogar. Él era un tipo raro, con el pelo rubio y rizado acompañando unos ojos azules más su cara aniñada le hacían parecer un angelito, aunque yo estaba convencido de que era el mismísimo diablo. No era el tipo de persona que seguía las reglas (lo que se había traducido en varias peleas con papá) ni tampoco se comportaba como alguien agradable pero sin dudas era alguien en quién podías confiar.

—He cortado con Cindy— dijo al rato al ver que ninguno soltaba prenda

—¿Quién es Cindy?— pregunté en tono burlón

Cindy era la última novia de Will, habían salido durante cuatro meses lo que según Will era una eternidad, ya que acostumbraba a relaciones cortas. Cindy era el típico caso de chica tonta y enamorada, ya que, ¿quién estaría con alguien por cuatro meses sin saber donde vive, su profesión o su nombre completo? Os preguntareis ¿"nombre completo"? ya que es fácil suponer que Will proviene de William, pero no podríais estar más equivocados. El nombre de Will siempre fue un misterio, él se enfadaba si le preguntabas a cerca de eso, tanto que una vez amenazó a una de sus novias si no dejaba el tema, una amenaza bastante grave a juzgar por la reacción que mostró acto seguido.

—Todo iba bien, joder si hasta le había comprado uno de esos osos de la gasolinera— exclamó frustrado llevándose la mano libre a la cara

Me reí ante su comentario, Will no era un tipo romántico y sabía que Cindy tenía que significar algo para él para concederle semejante detalle.

—Ya no importa, decía que necesita tiempo para pensar hacia donde iba la relación. No puedo andarme con niñerías así que la mandé a la mierda— suspiró mientras daba otra calada a su cigarrillo

—Me gustaría quedarme a escuchar tus lloriqueos pero se hace tarde— pronuncié levantándome del viejo sillón y disfrutando de su mirada ácida hacia mí

Una vez en pie, tomé una parte del dinero que había depositado anteriormente, yo lo llamaba "comisión", bueno las facturas no se pagan solas. A veces me pregunto por qué sigo trabajando para el viejo, todo sería mejor si me llevase el 100% de los beneficios, creo que es porque estoy en deuda con él aunque dice Will qué es porque soy gilipollas.

—¿Has pensado en lo que hablamos?— dijo mi amigo a mis espaldas

Sabía a lo que se refería, hace un par de meses un hombre de negocios me había pillado en un robo, resulta que era un "caza talentos" o algo por el estilo, el caso es que no me denunciaría si yo me pensaba la idea de dejarlo todo e irme a Nueva York para aprender el oficio, cobraría un buen sueldo y el me proporcionaría un modesto pero agradable piso.

—La oferta expirará pronto, por favor, no te sientas culpable de dejar esta porquería, te mereces algo mejor— me suplicó Will, aunque conservando su expresión dura

Como no iba a sentirme culpable si papá me lo había dado todo, no podía dejarle tirado, ni a él ni a Will.

—Sólo piénsalo— contestó derrotado al ver que no obtenía respuesta

No quise seguir escuchándole, sus palabras me golpeaban como puños, sabía que tenía razón pero no podía ser egoísta.

—Lo haré—mentí

No tardé en salir de la casa, solo quería estar solo y volver a donde pertenecía, lejos de allí.

El ilusionistaWhere stories live. Discover now