Capítulo 20. "Primera impresión"

5.7K 257 5
                                    

Su cara no parecía de estar contenta por aquella visita inesperada, yo tampoco lo estaría porque mis padres llegaran así porque si, sólo porque soy su hijo y ya.

Esto es incómodo, totalmente.

Dos personas adineradas como su re-concha, llegan, están viendote en pijama, de seguro con mal olor por el sudor de ayer en la noche, con los ojos inchados de que te acabas de despertar y todavía te recorren la mirada como si pudieras despertarte como toda una belleza.

Maibys se ha puesto con los pelos de punta cuando sus padres estaban esperando en la sala, no quizo ser grosera ni nada, sólo dijo que tenía que hacer algo conmigo y que regresaríamos en seguida.

Estoy saliendo de la ducha apenas, está dando vueltas por toda la habitación, con la pequeña bola de pelos observandola moverse justo como lo estoy haciendo.

La cama ya está hecha, de hecho huele a algun perfume tropical.

Me acerco de lo más tranquilo al armario a sacar mi ropa interior, me quito la toalla y me paseo desnudo por la habitación, parece no prestarme atención. Mi amigo se desepciona y mi yo interno está golpeandose con una lata en la cabeza.

La hago detenerse y toma mi miembro entre su delicada mano, me hace abrir demasiado los ojos y ahogo un jadeo.

Empieza a manipularlo como mis testículos y ya no puedo más, quiero embestirla hasta que me canse, sin importar que los malditos estirados estén allá, seguramente hablando de lo mal que Maibys hace conmigo aquí encerrados.

—Ca-cariño... oh joder, no te detengas. —Ahogo un gemido y me suelta.— ¿Qué? —Pierdo la inspiración y sólo veo como me ha dejado, oh joder.

—Mis padres están allá fuera, será después. Tal vez... se vayan pronto, ellos siempre se hartan rápido.

—¿Tu crees que ya se hayan ido? —Me mira tensa.

—No, sólo... no te comportes como de verdad eres ¿vale?

—¿Quieres que demuestre todo lo que no soy? —Sonrié.

—Si y no.

—¿Entonces?

—No cuentes el ánecdota de tu hermana y el jardinero, tampoco uses mal los cubiertos, no te suenes la nariz, no estornudes muy ruidoso, ponte desente, no con lo de siempre, trata de no decir malas palabras, a lo que te pregunten, contesta algo calmado ¿vale?

—¿Algo más? ¿Quieres que traiga a Trevor o me ponga un traje?

—Si puedes ponerte algo descente por mi está perfecto. —Me besó,— Sólo será un poco de tiempo cariño, nada de que preocuparse.

Cuando suele decir "nada de que preocuparse" hay que preocuparse, hablo en serio.

Me muevo incómodo en el pequeño sofá, con la bola de pelos en mis piernas, jugando con mi dedo índice, me ha mordido un par de veces pero se me olvida rápido porque tengo a estos dos estirados frente a mi.

No sé que decir, a decir verdad pienso que si abro la boca por a hechar a la borda todo, no quiero que haya problemas cuando sé que ya los hay.

—Y bueno... Joe. —Dice la señora con cierto tono indiferente.— ¿Desde hace cuanto sales con nuestra hija? —Ambos se hacen hacía adelante interesados a mi respuesta, relamo mis labios y me siento acosado.

—Desde hace dos meses. —Sonrió pero en vez de que me respondan con el mismo gesto sólo hacen cara de disgusto.

—¿A qué te dedicas?

—Yo pues me acabo de graduar para ser contador o abogado. —Ya no recuerdo de que era mi carrera.

—¿Te acabas de graduar? ¿Cuántos años tienes?

Chico ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora