Capítulo V

6K 644 489
                                    

 Durante los casi quince minutos de camino hacia el lago ninguno de los dos habló. Gerard parecía estar demasiado ocupado consigo mismo, murmurando cosas en voz baja cada cierto tiempo y mirando de reojo a Frank, quien lucía como si hubiese ganado el mayor premio en algún juego de azar.

 Cada tanto se estrujaba las manos contra la camiseta, porque sudaban frío producto de los nervios y estaba seguro que si seguía mordiendo sus labios estos comenzarían a sangrar. Pero realmente no podía consigo mismo. Tenía miedo de lo que le fuera a decir Gerard con respecto a su tentativa de robo, pero también estaba malditamente emocionado al haberlo visto en acción.

 Se había visto tan rudo frente al enorme rubio, sin retroceder o apabullarse, lo había hecho temblar. Y quedar en vergüenza en su propia fiesta de cumpleaños y no obstante, había logrado hacer que éste fuera al lago para terminar su plan. Nervioso, se preguntaba a qué se refería Gerard al decir ‘Lo demás es improvisado’ y qué pintaba Robert dentro del plan.

 Pero el hecho era que ya estaban llegando al lago y él chico estaba ahí, vestido como idiota y con una mochila negra colgando de la espalda. Sonreía enormemente.

 Frank lo maldijo mientras se acercaban, le hubiese encantado estar sólo con Gerard en el lago… porque sabía que de estar ahí Robert, él pasaría a segundo plano. Se preguntaba si ellos le hablarían siquiera. Podría jurar que, fuera de todo, Gerard estaba molesto con él.

 — Creí que ya no vendrías —sonrío Bert en cuanto llegaron junto a él, sentándose en el césped junto al lago y dejando caer la mochila que cayó pesadamente al suelo.

 Gerard alzó una ceja y se sentó cerca de él, lanzó un par de piedras sobre la superficie del lago antes de hablar. Frank, sin saber que más hacer, se sentó junto a Gerard, en completo silencio.

 — Llegamos puntuales, Bert —respondió Gerard con la voz tranquila, Bert río nuevamente— ¿Trajiste las cosas que te dije?

 — Claro —dijo asintiendo rápidamente, luego se movió hacia delante, buscando hacer contacto visual con Frank, quien lo miró frunciendo el ceño— Tú eres el chico de la herida ¿Cierto?

 Frank desvió la mirada, cruzando sus brazos frente a él “El chico de la herida” Pero qué idiota.

 — Se llama Frank —Gerard murmuró sin prestarle mayor atención, a ninguno de los dos. Bert asintió nuevamente.

 — Traje un par de cervezas también ¿Quieres una? —invitó sacando unas botellas de vidrio desde el interior de su mochila, Frank miró de reojo cómo Gerard, sin cambiar el gesto de su cara tomaba una botella y dejaba que Bert se la abriera.

 Ni siquiera esperó a que le invitaran a una y se sintió agradecido cuando Bert cerró su mochila sin decir nada más. En su vida jamás había tomado alcohol y estaba seguro que Gerard tampoco, pero conocía a su amigo y éste tenía la tendencia a mostrarse más experimentado de lo que de verdad era.

 Se llevó ambas manos a la boca para acallar una risa cuando Gerard escupió un poco de alcohol, Bert terminó de beber un largo sorbo, se limpió la boca con el dorso de su mano y luego se giró, sonriente, a Gerard.

 — ¿No sabes beber o qué? —dijo a modo de burla, Gerard escupió nuevamente y le estiró la botella a Frank para que probara un sorbo, mirándolo de soslayo.

 Frank titubeó unos instantes, sin saber si tomar la botella o no. Tenía muchos menos conocimientos que ese par de chicos dos años mayores que él, pero al mismo tiempo tenía la necesidad de demostrar que era igual de valiente que ellos. Apretando fuertemente los ojos al imaginar el sabor que tendría aquel líquido que había hecho escupir a Gerard, tomó la botella y la acercó a su rostro.

Expediente 512: Los Asesinos de Monroeville • frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora