Estoicismo.

Capítulo I

Escribo esto con un nudo en la garganta, ya que sin importar los diez años que han pasado, aún siento muchísimo dolor por el gran pánico y terror que debió pasar mi familia gracias al régimen nazi.

Era de público conocimiento que muchos judíos, personas de raza negra, seguidores de ideologías de izquierda, y todos aquellos que no estaban considerados por los nazis aptos para pertenecer a la raza superior comenzaban a desaparecer, y al pasar de las semanas, y meses con aun más frecuencia y rapidez.

Ya que en mi hogar éramos todos militantes del partido comunista, la situación era cada vez más tensa. Por esto, decidimos que la mejor opción para seguir con vida, era separarnos y mantenernos escondidos.

Mi única hermana, Elina, mi madre Ofra, y mi padre Volker, irían a la casa de mis tíos, ellos no saldrían de la ciudad. Mientras que junto a Abira la cual era mi mejor amiga, viajaríamos a Berlín a la casa de sus abuelos, ella, no militaba en el PC (Partido Comunista), pero, era algo peor desde el punto de vista de los nazis, lesbiana y judía.

Junto con mi amiga, comenzamos a ahorrar dinero para viajar y sobrevivir durante nuestra travesía, esto se nos dificultaba ya que el ingreso era mínimo, resultante de los pequeños trabajos ocasionales lográbamos conseguir; no solo la situación política iba en caída, sino también la económica, y esta situación se veía empeorada ya que nadie quería tener como empleado a un comunista, y mucho menos un judío.

La idea que teníamos en mente era que una vez llegadas a Alemania, trabajar para amigos de su familia y así enviar dinero para mi madre y hermana, ya que suponíamos que ellas iban a seguir sin conseguir algún empleo fijo.

Estábamos sumamente emocionadas, pero a la vez aterradas, gracias al gigante paso que íbamos a dar, ya que corríamos el riesgo que los soldados de la SS nos capturasen. La semana anterior al viaje parecía ser interminable, y para empeorar el asunto, debíamos permanecer escondidas en una vieja cabaña junto a mi familia, para no levantar sospechas.

Y al fin, llego el día de que saldríamos de Varsovia. Recuerdo como si hubiese sido ayer, que corrieron infinitas lagrimas por mi rostro esa mañana, ya que tristemente debía separarme de mi única familia, estaría con Abira, pero de igual forma sabía que los iba a extrañar muchísimo.

En mi familia estábamos invadidos por el miedo, ya que podría ser la última vez que estuviéramos todos juntos con vida.

Pero, lo peor, aun no sucedía, y no teníamos ni idea todo lo que iba a ocurrir en los próximos años de nuestras vidas.