El Secreto de Harry Styles (M-Preg) Larry Stylinson

Capítulo 26: Confianza

—No es un mal plan, solo...

Niall dudó por un segundo si debía contarle a Josh todo lo que había ocurrido, pero pronto descartó la idea. Estaba demasiado feliz con su nueva vida en Irlanda y con la nueva amistad que tenían. Había dejado atrás el pasado para comenzar de nuevo y no tenía ganas de que volviera hasta él. Aún seguía arrepintiéndose de sus errores.

—No sé, no tengo muchas ganas de viajar —se excusó finalmente volviendo a comer palomitas.

—¿No echas de menos Inglaterra? Porque yo muchas veces lo hago. Allí teníamos toda nuestra vida.

—Y ahora la tenemos aquí. Tenemos el trabajo y las tardes de pelis...

—Niall, parecemos un par de amargados, por favor. Solo míranos —contestó señalándose—. Un viernes por la noche metidos en casa los dos solos viendo películas en lugar de salir por ahí. Cualquiera diría que somos antisociales o una pareja de gays.

Sus ultimas palabras hicieron que Niall casi se atragantara con las palomitas. Él había fantaseado mucho sobre aquello, sobre algún día gustarle a Josh y llevar su amistad a otro nivel. Y ahora el chico castaño lo decía de una manera tan casual...

—No somos antisociales, solo introvertidos —dijo ignorando lo demás y tratando de justificarse.

—A mi me encantaría volver a Inglaterra contigo si quisieras y ver a los chicos de nuevo... —añadio Josh con un puchero gracioso.

—¡Tío, no hagas eso! —se rió Niall—. Tus pucheros no funcionan conmigo. No quiero ir y ya está.

El miedo a que Josh se enterara de que él había estado con Zayn a las espaldas de Liam y había destrozado su relación le carcomía por dentro. Perdería cualquier mínima oportunidad con él si se enteraba y siempre estaría atormentado por ese error del pasado.

—Te convenceré para que vayamos, tenlo por seguro —sentenció Josh retomando la película y el bol de palomitas.

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—Hola, papá —saludó Elizabeth como ya era costumbre mientras se sentaba frente al hombre en la sala de visitas de la cárcel.

Seguía manteniendo la rutina de visitarle cada semana, mientras le hacía creer a Alex que salía a comprar al supermercado. La verdad es que su novio la creía con cualquier cosa, incluso cuando le decía que se tomaba las pastillas que le mandaba la psiquiatra. Qué iluso.

—Hey, pequeña —respondió el hombre al otro lado del cristal—. ¿Traes algo nuevo para mí?

Elizabeth asintió orgullosa.

—Creo que por fín he encontrado a ese tal Mark —sentenció.

El hombre mostró todos sus dientes en una sonrisa voraz.

—Sabía que lo lograrías. ¿Cómo le has encontrado?

—No tenía muchos datos pero he ido uniendo cabos. No hay muchos millonarios con el mismo nombre —explicó ella con una mirada autosuficiente.

—Bien, bien. Ahora debemos concentrarnos en seguir sus movimientos, conocer su rutina —añadió Troy entre susurros—. Cuando pasemos a la acción ese cabrón va a arrepentirse de haber nacido.

Casi parecía estar relamiéndose internamente por su inminente venganza. Nunca en su vida había tenido tal sed de ella. Si ese Mark había acabado con la vida de su Jay, ahora debería pagarlo con la suya propia.

—Seguiré según lo que planeamos —afirmó Elizabeth con firmeza—. Aunque antes necesito que me ayudes con algo. Hay otro asunto del que debo encargarme.