-Lo sé, Chiquita. Y espero que entiendas que podrían despedirme por lo que te acabo de contar.

La mirada de ___ se suavizó. Su mano acarició la de Justin.

-Lo sé.-dijo ella.

-Muy, bien. Y ahora te toca a ti. ¿Qué hacías en la cocina el miércoles por la noche?

Se mordió los labios, pero Justin intuyó que estaba decidida a hablar.

-Había quedado con alguien para que me pasara información.

-¿Alguien que trabaja en el club?

___ asintió.

-Una de las cocineras, Consuelo. Se escondió cuando Lucero entró en la cocina.

-¿Has vuelto a contactar con ella desde entonces?

Ella volvió a asentir.

-Sí, hablé con ella anoche. Está muy asustada.

-¡Ya puede estarlo! Si Miguel descubre que le a traicionado, puede darse por muerta.

La cara de ___ se ensombreció. Justin supo que sus palabras habían dado en el blanco. Aunque sólo hacía cuarenta y ocho horas que la conocía, sabía que la idea de arriesgar la vida de Consuelo la preocupaba mucho. Resistió el impulso de consolarla. «Esto no es un juego. No se trata de hacer un reportaje sobre juguetitos sexuales. ___ podría salir mal parada... o algo peor.»

-¿Qué te ha contado Consuelo hasta ahora?

-Nada. Iba a enseñarme el club y a responder a mis preguntas el miércoles por la noche.

-¿Cuándo vas a volver a contactar con ella?

-Decidí dejarla en paz un par de días, para que se calmase. Pensaba llamarla mañana.

Justin percibía su inseguridad en sus palabras «Bien. Le afecta lo que le digo. —Respiró profundamente antes de continuar-. Con cuidado. Es capaz de montarte un pollo si nota que la tratas de forma condescendiente.»

-___, colaboremos en esto. Trabaja conmigo y te aseguro que, en cuanto todo termine, tendrás la exclusiva.

Ella lo miró sorprendida.

-¿Y acceso a toda la información mientras tú investigas?

-Sí, pero con la condición de que no publiques nada hasta que esto haya terminado -dijo Justin. «El teniente me matará si se entera de esto», pensó.

___ le soltó las manos mientras reconsideraba su oferta.

Él esperaba con los brazos cruzados. «Por favor, Dios, échame una mano», se dijo, dándose cuenta de que tenía la boca seca.

-Muy bien -dijo ___ finalmente-. Colaboraré contigo.

El pareció relajarse de inmediato.

-Es tarde, debería irme a casa -dijo ella al tiempo que se levantaba.

-No. No te vayas -suplicó Justin poniéndose de pie. La toalla empezaba a caérsele; se la volvió a sujetar en la cintura-. Quédate a dormir-dijo a la vez que la abrazaba.

___ no se entregó al abrazo, aunque tampoco se apartó.

-Te quiero en mi cama, a mi lado, esta noche -dijo él acariciándole el cabello despeinado-. Mañana es sábado. No tienes que trabajar. Quédate.

Ella le puso las manos en la cintura y, de puntillas, le dio un beso.

-Vale, me quedo. Y se fueron juntos al dormitorio.

Justin abrió el armario y sacó la parte de arriba de un pijama de manga larga abotonado por delante y una camiseta.

-Señora, elija su camisón -dijo mostrándole ambas piezas. Sin dudarlo, ella eligió el pijama.

-Este, gracias. Contento por la elección.

Justin le indicó dónde estaba el baño.

-Las damas primero.

___ le dedicó una fugaz sonrisa antes de desaparecer.

Justin volvió al porche para recoger su ropa y la cartuchera. Cerró la puerta que daba a la piscina, pero dejó encendidas las luces exteriores para que iluminaran el dormitorio. Como era costumbre en él, depositó la cartuchera en la mesilla de noche. La Glock ya estaba guardada en el cajón de abajo.

Tras retirar el edredón, se sentó en el borde de la cama y esperó a ___. «Tengo la nevera vacía -pensó-. Tendremos que salir a desayunar fuera. La llevaré al café Brasil.» La puerta del baño se abrió, y ella salió. Con la luz del baño y sin maquillaje, su cara se veía joven e inocente. El pijama, y te le llegaba por encima de las rodillas y parecía que se lo había prestado su padre, reforzaba aún más esa imagen. Justin sintió que le embargaba la ternura.

-¿Cuando es tu cumpleaños? -preguntó él.

-¿Qué? Pues... el veintisiete de abril. ¿Y el tuyo?

-El primero de marzo.  Tengo  treinta y cuatro. ¿Y tú?

-Acabo de cumplir treinta y dos -dijo acercándose a la cama.

-¿Has estado casada?

-No. ¿Y tú?

-No. Nunca e conocido a una mujer con la que me viera casado.

___ se plantó delante de él, tan cerca que sus muslos rozaban las rodillas de Justin.

-¿Y cómo es eso?

El separó las piernas para que ella se acercara todavía más.

-Mis padres llevan casados casi cuarenta y cinco años. Hace cuarenta y dos, cuando Jazzy tenía dieciocho meses y mi madre estaba embarazada de Jaxon, se liaron la manta a la cabeza y vinieron a vivir a este país, pensando en darles una vida mejor a sus hijos -mientras hablaba le rodeó la cintura con los brazos-. Mi madre no quería dejar a sus padres y a sus hermanos y hermanas para irse a otro país pero confio en mi padre-al decir esto, recostó la cabeza sobre el pecho de ___-, y yo estoy buscando una mujer igual de valiente.

Ella le acarició el cabello.

-A tu madre no le importó sacrificarse por el sueño de tu padre.

Justin notó algo raro en su tono de voz.

-¿Qué hay de tus padres? -preguntó.

-Mi padre tenía un sueño, pero su sueño era lo único que importaba. Mi madre y yo éramos algo secundario... -Sí, el tono de ___ se había vuelto amargo. Una señal de alerta se disparó en la cabeza de Justin.

-Chiquita, ¿de qué murió tu madre?

Ella no respondió enseguida, y a él se le encogió el corazón. Se apartó de ella para poder mirarla a la cara.

-¿___?

Ella se pasó la lengua por los labios, y echó la cabeza hacia atrás en un gesto desafiante. Justi adivinó lo que iba a decir.

-Se suicidó. Esperó a que me fuera a la escuela, subió a su dormitorio y se tragó un bote entero de somníferos.

NOTA: Aquí está,  disculpen la tardanza. Dejen sus comentarios y sus votos.

PD: Gracias por leer ♡

PD2: Aquí Justin tiene la edad demasiado adelantada, sorry pero no lo podía poner de 19 años o 20.

Bad Boy ➳ j.bWhere stories live. Discover now