De Libros a SEXO: Entre el Amor y el Odio

CAPITULO 7 "Revelaciones"

-lo siento. –me suelta. –Jun... dónde estabas. Todos estábamos como locos buscándote. Hay dos brigadas afuera intentando localizarte.

-¡Eh! Pero... ¿Por qué?

-saliste corriendo y luego te vimos salir. Jun, han pasado dos horas y no regresabas... luego...

-¿2 horas?

-sí. El joven Eli salió con una brigada a buscarlo. –Alezandro golpeó su frente. -¡Oh por Dios! Tengo que avisarle que estás aquí. –él saca su teléfono y empieza a marcar algo cuando tres personas entran en el salón. Sus ropas están cubiertas de nieve. -¡Justo los iba a llamar! –Alezandro corre hacia ellos.

-Ocurrió algo. –dijo uno de los hombres quitándose el abrigo lleno de nieve.

-Él está aquí. –él me señala. -¿Dónde está el joven Ellison?

-así que es usted. –ellos me miran inquisitivamente antes de dirigirse a Alezandro. –el señor se separó de nosotros en medio de la búsqueda. Encontró un collar y dijo que el joven que buscaba debía estar afuera. –rápidamente busco mis bolsillos y no logro encontrar el collar, seguramente debí dejarlo caer. –Lo seguimos pero comenzó a nevar y perdimos el rastro.

-pensamos que había regresado. –otro habló.

-no lo ha hecho. –Alezandro prácticamente salta de ansiedad.

-es mi culpa.

-joven Jun... no diga eso. –Alezandro dice condescendiente.

-lo es. Y ahora él está perdido. –ahora estoy hiperventilando. No necesito un ataque de pánico en este momento. –lo iré a buscar. –corro a la salida. Una vez en el exterior Alezandro me impide el paso.

-no irá. Es peligroso. Los expertos irán a buscar al joven Ellison. –él me sonríe. –mejor entre. –señala la puerta.

-lo siento Alezandro. –me agacho y hago una barrida con mi pierna, haciendo que Alezandro caiga. –tengo que buscarlo. –me alejo lo más rápido posible del hotel siguiendo el mismo sendero que tomé hace unas horas. Puedo oír las pisadas de personas a unos metros de mí ubicación. Me oculto detrás de unos árboles y logro ver a los rescatistas.

-¿Dónde habrá ido? –uno de ellos mira alrededor.

-no lo sé. Vayamos por el camino adyacente. Es más probable que vaya por aquí.

-tienes razón. –los tres hombres se alejan.

Suelto el aire que contenía cuando ya no los veo. El aire se vuelve cada vez más gélido, cada respiración se vuelve más dificultosa a medida que continuo caminando. La enorme montaña que vi en la tarde ahora se alza implacable como una oscura gárgola observando a los hombres perdidos en sus faldas.

No estoy seguro de cuánto tiempo llevo caminando y gritando el nombre de Eli. El frío se ha vuelto insoportable, se filtra sin miramientos por mi ropa térmica.

Miro alrededor y con miedo me doy cuenta que ese pequeño árbol caído ya lo había pasado hace unos minutos. Eso quiere decir que estoy dando vueltas en círculos, lo que desencadena mi obvia perdida del camino.

-soy un idiota. –no puedo sentir la punta de mis dedos. Junto mis manos buscando hacer fricción para generar algo de calor. Mis piernas se están volviendo rígidas por el frío y en mi cabeza aparece los síntomas de la hipotermia que leí en un libro. Si esto sigue así moriré en unas cuantas horas por la falta de calor corporal. Lo peor es que Eli debe esta por ahí buscándome y en peores condiciones que yo.

Me refugio en la abertura de un tronco de un enorme árbol. El viento comienza a soplar y los copos de nieve caen con más densidad. Estoy titiritando de frío. Mi cuerpo tiembla sin control. Me recuesto un poco tratando de olvidar el frío cuando veo algo brillar a pesar de la oscuridad a unos metros de mí. Me levanto y camino hacia allí, no puedo doblar mi rodilla izquierda y tengo que arrastra mi pierna por la nieve. Cuando estoy ahí logro divisar la luz de una linterna en el suelo. Las baterías deben estar agotándose porque su iluminación es intermitente. Me agacho para recogerla cuando al moverla veo una mano cubierta por la nieve. Suelto la linterna y caigo por la impresión. Me arrastro hasta estar más cerca y comienzo apartando toda la nieve. Un cuerpo aparece rápidamente, con cuidado lo giro para ver su rostro.