Nueve ,

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Nos habíamos reunido todo el Comando , el Coronel, Peggy, Stark y otros miembros mas de nuestra división. El objetivo era aclarar ciertos aspectos en cuanto a Schmidt, pero mi mente estaba más allá. Todos estábamos al rededor de una larga mesa y Steve parecía presidirla a mi lado, con las manos entrelazadas entre sí y la mirada gacha. Phillips, de pie al otro lado de la habitación, señalaba varios puntos y coordenadas del gran mapa que colgaba en la pared y nos mostraba diversos documentos.

─Johan es carne de manicomio -comentó el Coronel- Se cree un dios y quiere volar el mundo para demostrarlo, empezando por Estados Unidos.

─Schmidt posee unas fuerzas que están fuera de nuestro alcance -añadió Howard sentándose de nuevo en su silla a mi lado, pues había estado vagando por la estancia. Presionó mi hombro más cercano a él para que prestara atención y prosiguió- Si cruzara el Atlántico sería capaz de arrasar toda la costa este en una hora.

─¿Cuánto tiempo tenemos? -alzó Falsworth la voz, formulando la pregunta que todos teníamos en mente.

─Menos de veinticuatro horas -informó el Coronel- La última base de Hydra está en los Alpes -señaló una foto que no pude apreciar bien pues antes de que alzara la mirada hacia ella, ya la estaba guardando en su sitio- A ciento cincuenta metros bajo la superficie.

─¿Qué vamos a hacer? -preguntó Jim frunciendo el ceño- No podemos ir ahí y llamar a la puerta.

Y al segundo una bombillita se encendió sobre mi cabeza. Miré a Steve, que por primera vez en toda la reunión había levantado la vista de sus manos, y comprendí que había tenido la misma idea que yo. Ambos, habiéndonos leído la mente, nos cuestionamos con la mirada si proseguir con el plan que repentinamente habíamos maquinado. Pero qué demonios, era eso o nada. Por supuesto que seguiríamos adelante. Con esto y con todo.

─Eso es exactamente lo que vamos a hacer -dijo Steve.

(...)

Todo el mundo sabía qué tenía que hacer y cual era su lugar en la misión. El mío era estar con Steve. Los dos atacaríamos la base y entraríamos en ella, dándole la oportunidad al resto de cruzar las puertas y ayudar a enterrar Hydra.

Me encontraba en el hangar, esperando a Steve y a Howard, que tenían que enseñarme algo. Tendría que estar aprovechando el tiempo entrenando, pues en unas horas todos partíamos a los Alpes, pero según el Súper Soldado y el científico loco, había algo que me sorprendería.

Esperé de brazos cruzados a que llegaran, y cuando lo hicieron, sí que me sorprendió verlos reír y palmearse las espaldas como dos amigos que se conocían de toda la vida.

─Haciendo esperar a una dama -les dije cuando llegaron hasta a mí- Qué desconsiderado de vuestra parte, caballeros.

─Lo bueno se hace esperar -alardeó Stark alzando una ceja, haciéndome negar con la cabeza- Y créeme, es bastante bueno.

─¿Tienes más juguetitos para mí? -pregunté de repente interesada.

─Para ti no -respondió Steve.

─Vaya, qué decepción -fingí ofenderme poniendo morros.

─Si gustáis seguirme, soldados -bromeó Stark, señalando con su brazo la dirección que teníamos que tomar junto a él.

─De hecho -comentó Steve empezando a caminar conmigo-, soy Capitán.

─Y yo agente -murmuré, ganándome una risita por parte del susodicho.

Cuando Howard se detuvo ante algo cubierto por una sábana polvorienta, fruncí el ceño confundida ante lo que supuestamente tendría que sorprenderme. El científico dejó caer el manto al suelo, descubriendo una motocicleta que ya se me hacia familiar.

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