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Columba no encontraba las palabras para decirle a Alonso.

El pelirrojo había decidido contarle lo de Jos cuando ella se lo pregunto. No iba a abandonar a su hijo en una situación así, tampoco es como que mereciera un festejo, es cierto que durante años estuvo negado a aceptar que su hijo fuera homosexual, no era precisamente feliz, trataba de mantenerse al margen, pero lastimar a Alonso, no importaba quien fuera, su hijo con sus - ante ella - inexplicables sentimientos seguía siendo su hijo.

—¿leíste la carta?—pregunto entonces cuando recordó como formular una palabra, Alonso estaba recostado sobre su falda la cual estaba empapada con sus lágrimas.

—no, ¿debería?

—no lo sé, ¿te interesa lo que dice?

—¡claro! —dijo levantándose —pero no quiero que lo que diga me haga sentir peor, ¿y si dice que al final solo fui un chico al que utilizó —por mucha confianza que tuviera ahora con su madre, jamás, le contaría la historia completa, jamás le diría que aun siendo un crió de siete años ya sabía lo que era el amor y mucho menos hacía alguien mayor y con un supuesto trabajo que prohibía los sentimientos.

—No lo sabrás si no la lees.

—¿Mamá?

—Dime mi vida.

—Gracias, y perdón.

—¿perdón por que?

—por ser algo que no querías–la voz de Alonso sonaba nasal, triste, hipaba y parecía al borde de un gran ataque de lágrimas.

—Mira, eres mi hijo y no importa lo que seas o lo que te guste, es difícil para mi entender, pero no imposible, supongo que por años estuve resentida con las personas homosexuales, pero el problema real era con tu padre—Columna también lloraba, pero cada palabra parecía librarla de cien kilos de su cuerpo —Te quiero sin importar que, y me duele que alguien a quien le abrí las puertas de mi casa me defraudara, pero más aun que lastimara a la persona más importante de mi vida, no se si vas a leer la maldita carta, pero lo que sea que decidas va a tener mi apoyo. Nunca más estarás solo ¿de acuerdo? —Columba otorgó cuatro cortos besos a la cabeza de Alonso, mientras una de sus manos despeinaba su cabello.

—gracias—ahora las las lágrimas de Alonso eran reales.

Jos consiguió un departamento pequeño, y en una situación nada agradable, pero podía arreglarlo, las cosas se habían vuelto raras, siempre había estado en su zona de confort, no sabía como comportarse, pero hasta ese momento cargaban una cruza de los mil demonios, con el poco dinero que aun tenía en la bolsa había ido a un bar a gastarse el dinero entero de su cartera, pero no era lo cruda física la que dolía, era más la moral, aquella que no deja que avances, que no te deja se perseguir y te atormenta .

La razón era claramente Alonso, era imposible no pensar en él, en lo que haría ahora, lo que pensó sobre la carta, o si siquiera la había leído, se sentía cruel e infeliz, Jos jamás se sintió querido, muy al contrario, pensaba <<si ni mi padre me quería, ¿quien podría >> Estaba perdido en este mundo, sin encontrar un lugar o una persona que realmente lo amara, y cuando lo encontró tuvo tanto miedo de echarlo a perder que se alejo, sabía, valla que lo sabía, debía alejarlo cuando cuando estaba a tiempo, cuando le dio ese pequeño piquito en los labios, cuando aun era inocente y moldeable, debió decirle que estaba mal lo que hacía, pero no sabía como, ¿no sabía o no quería?.

Pudo haberlo hecho, pero no quiso, no quería alejar a alguien mas de su vida, las vueltas que da la vida son traicioneras, por no querer alejar a un niño ahora le partía el corazón al amor de su vida y a si mismo.

De pronto todo se conecto en su cerebro, él necesitaba a Alonso y Alonso a él, pero como dicen por ahí "el tiempo lo cura todo", ya se comprobaría aquella conocida frase.

Alonso iba a estar mejor, el seguiría como si nada, tenía fuerza y eso era admirable.

Ya no vería esos ojos azules que con la luz del sol se tornaban verdes, ya no sostendría su cara, para ver esa pecas, ya no volvería a besar sus suaves labios, ya no podría admirar cada ángulo marcado de su cuerpo mientras se aseguraba de ser solo él el poseedor de Alonso.

No podía darle nada, y Alonso se lo daba todo.



Alonso leería la carta, y después de eso Jos pasaría a ser solo un recuerdo, el peor de todos.

Nada es para siempre.

Aun que Jos le hizo creer que si, que triste es creer en alguien que solo sabe dañar.

El papel apestaba a su loción, esa que por tanto tiempo idolatro.






Alonso.

Esto sera corto.

Me gustaría tener otra vida. Es cierto que nadie es perfecto, pero tu lo eres para mi, en una vida adulta el amor no basta, es importante, pero no podemos vivir a base de sueños. A lo que me refiero es que aun no eres adulto y aun falta mucho, tienes varias cosas que vivir y no puedo ofrecertelas, puedo ofrecerte una felicidad diferente, se llama libertad y quisiera haberla tenido a tu edad, para no depender de mi insípida vida, para poder vivir contigo, para poder amar sin culpa, pero no.

No solo por que yo no este, dejes de amar, estoy seguro de que la vida te depara algo grande y siento no poder ser ese algo. Jamás cambiaría lo que viví contigo por que creelo o no, hoy soy mejor persona.

Estoy dejado al amor de mi vida, para dejarlo ser feliz, aun que eso me haga infeliz a mi.

Gracias por haber existido.

Te amo.

Jos.

Y así llega el final de pederasta, lo edite y re - edite, aun sigo inconforme con la carta.

En fin en estos días arreglaré las fallas a lo largo de esta historia y comenzaré con la segunda temporada.

Gracias chiquillas y no se olviden de pasarse por mis otras historias.

Besitos


Pederasta    |J.V.| (Editando)Where stories live. Discover now