Relato VI: El Kongamato

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En las profundidades de la África subsahariana, los nativos relatan que mientras pescaban, eran atacados por un ser alado de coloración negro-marrón, que tenia un pico como la de una ave común, con la diferencia que tenían muchos dientes afilados

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En las profundidades de la África subsahariana, los nativos relatan que mientras pescaban, eran atacados por un ser alado de coloración negro-marrón, que tenia un pico como la de una ave común, con la diferencia que tenían muchos dientes afilados.

Durante la era colonial de África, se reportaban varios incidentes que tenían relación con una criatura alada, tanto asi, que tanto colonos europeos como aborígenes africanos eran testigos de esta monstruosa criatura.

 En 1923, el inglés Frank Mellan escribía en su diario los relatos de los indígenas de la región pantanosa de Jiundú, afluente del Zambeze, al noroeste de Zambia, que habían visto a una especie de un monstruo reptil volador, con alas de murciélago y con un pico con afilados dientes.

Frank Mellan les mostró a los indígenas ilustraciones de animales prehistóricos de un libro de biología, inmediatamente los indígenas asociaron a la bestia voladora con el pterodactilo.


En el año 1925, un corresponsal del Reino Unido llamado G. Ward Price, que acompañaba al futuro Duque de Windsor a Rhodesia del Norte, que actualmente es Zambia, escucho y escribio un relato que le fue entregado por un hombre residente que habia sido atacado por este ser al entrarse a un pantano que era famoso de ser supuestamente hogar de demonios.

En el año 1943, a dos años de terminar la Segunda Guerra Mundial, el coronel del Ejército Británico C. R. Pitman comenzo la búsqueda de esta criatura al norte de Zambia, siguiendo las indicaciones de los aborígenes, que decian que la bestia dejaba una caracteristica marca en el suelo con su cola, la cual era muy facil reconocerla.

En el año 1956, un ingeniero llamado J. P. Brown fue testigo de ver a dos de estas criaturas volar, dijo que eran de aspecto prehistorico, además de que no emitían ruido al volar y que media como dos metros de longitud y un metro por cada ala, además de que su cabeza se parecía más a la de un perro, pero mucho más alargada y delgada. 

En 1988, una expedición, cuyo lider era el renombrado profesor y explorador Roy P. Mackal, fue enviada a Namibia, a una zona donde los mismos aborigenes decían que estas criaturas abundaban y volaban sobretodo a horas de la tarde, no pudieron obtener una prueba tangible de la existencia de estos seres, no obstante, un miembro de la expedición llamado James Kosi, dijo que había visto uno volar en el horizonte 





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