Capitulo 14: Habladurias

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Seco mi cabello y me pongo la ropa que me ha prestado Aaron. Dios, ¿como demonios me voy de aquí? Ni siquiera se que soy yo de él. Salgo del baño y sobre la cama hay una rosa blanca con más deliciosas trufas de chocolate blanco y esta vez ha dejado un cuaderno en blanco muy lindo. Veo la primera página y al leerlo todo se paraliza, me ha pedido que sea su novia, jamás en mi vida me han pedido tal cosa. Me sorprende por la espalda abrazándome. Besa mi cuello y susurra

- Entonces, Licenciada Larabelle Ivanova, ¿Acepta ser novia de este empleado suyo que muere por usted?

Su perfume se cuela por mi nariz, ¡Dios! Todo el me fascina, su forma de ser, la paciencia que tiene conmigo, no hay nada que haga que le diga que no.

- Si quiero ser tu novia o al menos intentar serlo

- En poco tiempo haré que ni tu misma te reconozcas

- Suerte con eso

- ¿Confías en mí?

Trago saliva

- Intento confiar en todo el mundo

- ¿Porque no te gusta que te toquen?

Otra vez este y sus preguntitas

- No es algo de lo que quiera hablar ahora Aarón

Me lleva hasta la cama y ambos nos recostamos en ella. Aún no se cómo salir de este jodido apuro.

- Creo que es mejor que me vaya, ya es tarde

- ¿Me permites tocarte? Lo haré despacio pero muero por hacerlo. Si crees que no puedes tolerarlo solo me lo dices y me detendré

Toca mi rostro suavemente luego mis brazos mientras besa mis labios con esa forma tan suave y acelerante que claudica todos mis sentidos. Toca uno de mis pechos y sin dejar de besarme y juguetear con mi lengua mete su mano dentro de la playera. Pellizca mi pezón hasta endurecerlo, me gusta, esa sensación en mis pechos. Otra vez comienza a palpitar algo en mi vagina.

- Me encantan tus pechos

Me sonrojo muerta de la pena, no quiero ver mi desnudez y mucho menos que alguien la vea. Roza sus labios sobre mi pezón; la piel se eriza y todo en mi se revoluciona. Ardor, calor de todo en mil placeres comienza a sentir mi cuerpo. Ese cosquilleo que provocan sus labios sobre mis pechos despiertan una faceta en mi que no conocía. Lo miro y esos ojos grises desean devorar cada centímetro de mi cuerpo. Un bulto grande y prominente se forma entre sus piernas. Está rígido, erecto.

- Detente por favor

- ¿Qué ocurre?

Sin dejar de mirar su entrepierna replico

- Te vas a burlar de mi si te digo

- te prometo que no será así dime pequeña

- Esto es nuevo para mí, hay cosas que quizá no comprendas pero aun así me dan miedo

Aarón se da cuenta de que miro su erección con susto, besa la comisura de mis labios y con tono dulce y tierno replica

- No mires si no te hace sentir cómoda, no puedo evitar excitarme, me fascinas pero iré a tu ritmo. Quiero que te sientas cómoda, que no te sientas presionada en nada.

Me pide un segundo y sale de la habitación para ir al baño. Me quedo sentada en la cama y algo apenada también, una mujer normal hubiera podido reaccionar normal a la situación. Busco mis zapatos y mi ropa dispuesta a irme de la casa de Aarón. Abro la puerta de la habitación y camino por el corredor buscando el baño. Unos ruidos extraños me detienen a medio corredor, la luz del baño está encendida y curiosa por los ruidos que parecen ser como gemidos me acerco a la puerta. En mi vida he escuchado algo asi, no puedo precisar si es dolor, placer o que rayos es. No, definitivamente tengo que salir de aquí, ¿Donde me he metido? Me siento en la sala de estar y busco mi bolso y las llaves del coche. Lo espero sentada lista para irme. A los pocos minutos sale del baño y entra a la sala de estar algo acelerado.

Me robaste la Razón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora